MADRES Y ABUELAS. Más allá del modelo del ciclo vital “esperado”

“Lo que más me gusta de los nietos de mi hermana es que son suyos”, palabras de Cristina Almeida que me han permitido reafirmar que la decisión de ser madre y por lo tanto ,asumir que en un futuro se podría ser abuela debe ser enteramente autónoma y sin culpabilidad; asimismo, que no hay “recetas” para ser la mejor madre del mundo, y que es falso que una “buena madre” es cuando la mujer se “desvive” por sus hijas/os a tal punto de renunciar – valga la redundancia – a su propia vida.

Beatriz Gimeno plantea que en la actualidad persiste aún el amor romántico cuya característica es su construcción de relaciones desiguales en la relación madre – hijos/as, generando de este modo la maternidad romantizada, que está vinculada a la autorrenuncia y al sacrificio, y al darse ese amor completamente por encima de los propios deseos y las propias ambiciones personales.

De acuerdo con la autora mencionada, pienso que en lugar de ser óptimo el “sacrificio interminable e incondicional” por las y los hijos/as, este es negativo ya que acrecienta la desigualdad y las subjetividades pasivas y dependientes.

Además, creo que no necesariamente la madre es madre por parir, sino principalmente por todo ese proceso de maternidad que cada mujer decide tener, muy particular de acuerdo a su cultura, sus costumbres, su identidad de género, orientación sexual entre otros aspectos.

Desde mi camino en la Gerontología Social y el trabajo con personas adultas mayores estoy convencida de que ser o no madre no determina ser “más mujer” o “menos mujer” (ni siquiera para estar más o mejor acompañada). Antes más que ahora las mujeres eran despojadas de todos los roles que podían querer desarrollar para únicamente ser esposas, y madres de sus hijos e hijas a fin de tener el “reconocimiento maternal” y de “verdadera mujer”; existiendo anacrónicamente el imaginario de la “buena madre sacrificada” y en caso contrario “la mala madre” cuando se resiste a asumir lo históricamente establecido por la cultura patriarcal para las “buenas madres/buenas mujeres” sumisas y silenciadas, negando así toda posibilidad de generar un espacio real en el que como señala Beatriz Gimeno se pueda expresar y hacer visible todo el dolor, ira, frustración y otra serie de sentimientos que también conlleva la experiencia de la maternidad, que aún en muy pocos casos ha podido decidirse ya que no hay ningún discurso ni representación antimaternal posicionados en el imaginario social.

Las mujeres adultas mayores de hoy que son solteras y sin hijos/as manifiestan que muchas veces ha sido duro e incómodo para ellas lidiar con comentarios como “ya se te está pasando el tren”, “debes tener hijos/as para realizarte como mujer”, “las mujeres son para la casa y la crianza de los/as hijos/as”, “serás una solterona amargada”; pero a su vez con el paso del tiempo se fortalecían y empoderaban al respecto de su decisión de no ser madres o de su situación de no poder concebir por alguna razón biológica – decidiendo no considerar la adopción de niños/as ni métodos artificiales de concepción -. Me decían en una charla que tuvimos hace poco que “felizmente los tiempos van cambiando y las mujeres van teniendo más libertad, se van perdiendo los prejuicios hacia las que no nos casamos y/o no tenemos hijos/as”.

Es muy complejo ser madre, lo ha sido antes y lo sigue siendo ahora; y en esta complejidad me parece muy convincente lo que dicen las mujeres mayores al respecto de que con el paso del tiempo han ido desapareciendo prejuicios sobre las mujeres que deciden no casarse ni tener hijos/as, generándose estos cambios a razón de las luchas feministas. Es preciso mencionar que a pesar de esto, aún hay mucho por hacer al respecto en los distintos espacios sociales, privados y públicos; por ejemplo, las mujeres madres sin distinción de edad deben cerrar las brechas de la “perfección maternal” y estar dispuestas a dar crítica y autocriticarse, a no quedarse con las dudas, a compartir sus experiencias y aprender intergeneracionalmente sin perder su individualidad y sin dejar de vivir su vida.

Al pensar sobre este tema inevitablemente mi amada madre está presente en mi mente, ya que ella es una mujer de más de sesenta años que ahora no solo es madre de cinco hijos/as sino abuela o mamama como le dicen mis sobrinos/as. Una mujer que como madre ha respetado siempre la libertad de sus hijos/as dando a su vez seguridad y protección cuando niños/as, que me parece toda persona necesita sentir; no dejando de aprender y desaprender – hasta la actualidad – como madre de cinco hijos/as adultos/as todos y abuela de cuatro nietos/as, y sobre todo no dejando su vida, esa vida que siempre le sugiero la viva y la disfrute frescamente.

Imagino que ser madre debe ser una potente aventura, que como toda aventura está llena de colores – no solo del “rosa” -; y estoy segura de que no serlo no tiene que significar una desventura… vamos construyendo caminos para que no sea así para ninguna mujer.

En este sentido, me parece que es relevante escuchar las palabras de las mujeres adultas mayores y visibilizar sus experiencias de madres y de no madres, para con sus reflexiones, críticas y propuestas seguir construyendo maternidades libres y diversas.

Haydee Chamorro García
Trabajadora Social
Lima – Perú