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La falta de personal en las residencias amenaza la sostenibilidad del modelo de atención a la dependencia

 

La directora general de Amavir, Lourdes Rivera, ha sido invitada por la publicación especializada en temas sanitarios iSanidad para escribir en su anuario de 2023 un artículo sobre la situación del sector de atención a la dependencia y la tercera edad, así como de los retos y las oportunidades que presenta en la actualidad y a futuro. Esta publicación, que cumple este año su quinta edición, cuenta con la participación de 177 profesionales de consejerías de Sanidad, instituciones científicas, colegios profesionales, sociedades científicas, ámbito académico y compañías públicas y privadas.

En su artículo, Rivera incide sobre todo en los problemas que está ocasionando la falta crónica de personal, que ya no solo afecta a perfiles sanitarios sino también de otras áreas. Tras urgir a las administraciones públicas a poner solución a este déficit, que afecta no solo a las residencias sino también a los propios centros sanitarios, propone algunas soluciones que podrían adoptarse, como el aumento de plazas en las universidades, la agilización de los procesos de convalidación de títulos extranjeros, la revisión de los ratios de personal exigidos en las residencias y correcciones en la reforma laboral, entre otras.

El artículo puede consultarse en la página web de iSanidad y se reproduce a continuación:

Se agrava la falta de profesionales sanitarios para la atención a personas mayores
Lourdes Rivera, Directora General de Amavir

Llevamos ya muchos años hablando de la falta de profesionales sanitarios en nuestro país y de lo difícil (a veces, casi imposible) que resulta encontrar personal médico y de enfermería en hospitales, clínicas y centros de salud. Una escasez que afecta no solo a España, sino también a otros muchos países europeos.

Siendo grave esta situación en el entorno sanitario, que está comprometiendo incluso la propia calidad de nuestro Sistema Nacional de Salud, lo es aún más en el sector de atención a las personas mayores y dependientes, especialmente en las residencias geriátricas. A día de hoy, estos centros, da lo mismo que sean públicos o privados, hacen enormes esfuerzos por tener y mantener el personal que les exige la normativa, algo que no siempre es posible. Y la realidad va a ser aún más acuciante en los próximos años, conforme las cifras de envejecimiento de la población sigan subiendo. A este respecto, la Asociación de Empresas de Servicios para la Dependencia (AESTE) ha alertado recientemente de que la falta de profesionales está poniendo en peligro la sostenibilidad del sector.

Ante este reto, son ya muchas las organizaciones que llevan tiempo urgiendo a las administraciones públicas a que adopten soluciones para incrementar el número de profesionales sanitarios. Soluciones que deben pasar por ampliar la oferta de plazas en las universidades; reconsiderar la política de exclusividad que hay en algunas regiones, que impide la colaboración de profesionales del sector público con el privado; crear otro tipo de titulaciones para dar cobertura a determinados servicios más específicos o agilizar el enorme cuello de botella que hay en la homologación y convalidación de títulos extranjeros.

Se deberían reconsiderar también los ratios de profesionales sanitarios que se exigen en las residencias. Hay países en los que estos centros no cuentan con personal médico y de enfermería, puesto que la atención sanitaria depende de los servicios de salud, como si el mayor estuviera viviendo en su casa. Aquí en España hemos ido hacia modelos justo en la dirección contraria, exigiendo cada vez más presencia de estos profesionales en las residencias, hasta convertirlas casi en hospitales. Habrá que valorar si esto es posible en el contexto actual de falta de médicos y de enfermeras y, en cualquier caso, está claro que habrá que mejorar la coordinación entre el sector de cuidados y el sector salud.

La reforma laboral ha tenido también efectos negativos en el día a día de estos centros. Las residencias tienen una tasa altísima de contratos indefinidos, que está por encima del 80%. Por tanto, su política no pasa por fomentar la temporalidad, sino todo lo contrario. Sin embargo, hay ocasiones en las que es necesario recurrir a este tipo de contratos, por ejemplo, para cubrir bajas. Y esto es lo que la reforma laboral ha dificultado. Las bajas por enfermedad sí que quedan cubiertas, pero se han limitado las formas de contratación para cubrir un día libre, unas horas sindicales, una persona que no acude a su puesto de trabajo porque un familiar está enfermo o un permiso de tres días por operación de un cónyuge. Todo esto está complicando aún más la difícil gestión de recursos humanos en las residencias.

Se dice a veces que si hay escasez de personal es porque no se les paga lo suficiente. Y siendo verdad que este sector no puede competir con el sanitario en salarios, también lo es que las condiciones que ofrece son cada vez más competitivas, aportando seguridad, estabilidad, flexibilidad de horarios y oportunidades de conciliación. Indudablemente, la mejora de las condiciones salariales podría ayudar, y este debate debe ser abordado por el sector y también por las administraciones y por las propias familias, porque tener mejores salarios implica aumentar el coste de los servicios. Pero, con independencia de ello, es importante remarcar que la falta de profesionales sanitarios no es solo cuestión de sueldo, y quien se ofusque en ello estará cerrando los ojos a la realidad. Hay problemas estructurales mucho más profundos que se deben abordar sin demora.

Las propias residencias deberán trabajar también en mejorar su imagen para tratar de captar más profesionales, porque a día de hoy, y sobre todo tras todas las noticias negativas durante la pandemia, tienen una imagen poco atractiva. Hay que ser más transparentes, poner en valor las ventajas y puntos fuertes del sector y mostrar el trabajo que desarrollan y las oportunidades laborales que proporciona.