La Madre Eterna, sobre los cuidados y la muerte de tus progenitores

Madre sólo hay una y sin embargo, la propia, son muchas y distinta en cada momento
Franqueza
10
Delicadeza
9.5
Clásico
7.5
9

A sus 98 años, la madre de la protagonista de este bello y conmovedor relato es frágil, como el cristal: camina con dificultad, apenas ve ni oye, come como un pajarillo y sufre olvidos cada vez más frecuentes. Ha dejado de ser quien era: una mujer resuelta y risueña, vivaz e independiente.

Su hija (Betty Milan), testigo de esta decadencia, aprenderá a asumir a marchas forzadas una responsabilidad de la que nadie nos advierte y para la que nadie nos prepara: la de ser madre de nuestra madre. Para paliar su creciente sentimiento de orfandad y de incomunicación —pero también para restañar las heridas de un duelo que se prolonga más de lo debido a causa de la longevidad de su progenitora—, la hija escribe un diario en donde recrea a la madre imaginaria capaz de oírla y reconfortarla que tuvo y perdió: una madre que un día fue un escudo ante la muerte, invencible y eterna, como todas las madres.

Su decadencia física impone a la hija un drama: el de hacerse cuidadora y, por lo tanto, madre de la propia madre. El sentimiento de orfandad es inmenso y creciente, y, para superar el dolor, la autora escribe este homenaje/ensayo para esa madre que veía, oía y dirigía su vida en el pasado (reciente). La madre capaz de comprender el drama al que ahora la hija se enfrenta. Los papeles se invierten y la corresponsabilidad vira hacia el cuidados de los padres. Ley de vida.

La novela de Betty Milan aborda el tema de la vejez, la fragilidad y la dependencia desde todos los ángulos – amorosa y cruel, delicada y brutal, divertida y trágica. ¿Tan mejor sería si la vieja muriera, verdad? Es lo que la propia madre percibe y dice, sin embargo, no es lo que la hija desea. Lo que ella quiere es hacer que la progenitora renazca de nuevo desde la fuerza de mujer joven y dinámica, y así evitar que la otra (la autora) sufra los efectos de la corrosión del tiempo.

La vejez extrema es una fuente de aprendizaje. Cultura de la prevención y el espejo en el que debemos mirarnos.
En esta novela, Betty Milan se entrega al común de los mortales a las cuestiones a las que todos suelen huir, por miedo a sufrir. Entre ellas, la eutanasia, la medicalización de ancianos y los enfermos terminales, la responsabilidad de la familia y sus cuidados, y el respeto a la autonomía del anciano.

La obra de Betty Milan, nacida en São Paulo, autora de novelas, ensayos, crónicas y obras teatrales, ha sido traducida en Francia, Argentina y China. Ha colaborado con los principales periódicos brasileños. Antes de ser escritora se graduó en Medicina y se especializó en psicoanálisis en Francia. Fundó el Colegio Freudiano de Río de Janeiro.

La madre eterna: Nadie te prepara para ser la madre de tu madre

Traductora: Mercedes Vaquero Granados

Editorial : Maresía Editorial, S.L.