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Día Internacional de la Población

El 11 de julio es el día elegido por Naciones Unidas para celebrar el Día Mundial de la Población con el objetivo de llamar la atención sobre temas tan importantes como la salud reproductiva, la natalidad o el envejecimiento demográfico. En los últimos años, el envejecimiento de la población es un fenómeno global que nos plantea nuevos retos y grandes oportunidades. Desde HelpAge International España, queremos recordar la importancia de apostar por políticas que integren el envejecimiento en los procesos de desarrollo y programas que contribuyan a que las personas mayores puedan vivir con dignidad, seguridad y de la forma en la que elijan.

El envejecimiento de la población es una de las tendencias demográficas más significativas de los últimos años y es uno de los grandes logros del desarrollo. Según los datos del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), mientras que de 2010 a 2015, la esperanza de vida era de 78 años en los países desarrollados y de 68 años en los países en desarrollo, entre 2040 y 2050, alcanzará los 83 años en los países desarrollados y los 74 años en los países en desarrollo. Según el informe de Naciones Unidas “Perspectivas de la población mundial 2019”, se estima que en 2050 una de cada seis personas en el mundo tendrá más de 65 años (16%) y en Europa y América del Norte una de cada cuatro personas tendrá 65 años o más. Además, se espera que en 2050 el número de personas de 80 años o más se triplique.

La esperanza y la calidad de vida es distinta en hombres y mujeres. Según los datos del UNFPA, a nivel mundial, por cada 100 mujeres de 60 o más años, hay 84 hombres y por cada 100 mujeres de 80 o más años, hay 61 hombres de la misma edad. Sin embargo, las desigualdades de género están presentes a lo largo de toda la vida y tienen un impacto muy importante en el acceso a recursos, empleo, pensiones y derechos de las mujeres. Por ello, aunque las mujeres tengan una mayor esperanza de vida, se enfrentan a un mayor riesgo de vulnerabilidad, pobreza, discriminación y violencia. Los hombres mayores, especialmente después de su jubilación, también pueden tener mayor riesgo de vulnerabilidad y pobreza y pueden estar sujetos a abusos, maltrato y violencia económica.

Aunque el envejecimiento de la población no es igual en todas las regiones del mundo, sí que es un fenómeno que se da tanto en países en desarrollo como en países desarrollados. En Europa, el envejecimiento de la población es más fuerte en zonas rurales que sufren un fuerte proceso de despoblación. En España, la mayor parte de personas mayores vive actualmente en ciudades, pero en los pueblos encontramos un porcentaje muy alto de personas mayores: cuanta menos población tiene un municipio, mayor es el porcentaje de personas de edad avanzada. Según el informe “Un perfil de las personas mayores en España” publicado por el CSIC en 2020, las personas de más 65 años representaban en 2019 el 28,5% de las personas censadas en municipios rurales (de 2.000 o menos habitantes).

Estos cambios a nivel global son el resultado de dos fenómenos muy importantes: por un lado, una mayor esperanza de vida, propiciada por las mejoras sanitarias, el bienestar económico y social, una mejor alimentación y un mayor acceso a la educación y, por otro, una menor tasa de natalidad, como consecuencia de múltiples factores, como los cambios socioeconómicos relacionados con la igualdad de género o una mejor planificación familiar.

A menudo se habla del envejecimiento de la población como un problema económico que presenta importantes retos a nivel social y económico, a pesar de que hombres y mujeres mayores contribuyen al desarrollo y realizan aportaciones a la sociedad de un valor incalculable. Las personas de edad avanzada asumen tareas esenciales relacionados con los cuidados, apoyan económicamente a sus familias, realizan actividades de voluntariado, participan en asociaciones y contribuyen al mantenimiento de tradiciones y culturas, entre otras muchas cosas. A pesar de todo, las personas mayores se enfrentan a una gran vulnerabilidad y a una sociedad que invisibiliza la vida en la vejez, que habla de “pensionistas” como una carga y que, en muchas ocasiones, ignora sus derechos humanos. Todo ello hace que las personas mayores se enfrenten a situaciones muy complejas: discriminación, pobreza, exclusión social, violencia económica y abusos, entre otros.

Las personas mayores son diversas, así como las realidades que viven. La mayoría de ellas gozan de buena salud, pero los cambios biológicos que acompañan el envejecimiento aumentan el riesgo de padecer enfermedades, alguna discapacidad o vivir situaciones de dependencia. Por ello, es esencial que se tengan en cuenta sus necesidades concretas y que las políticas públicas aborden las necesidades de las personas a lo largo de toda la vida. La actual crisis nos ha demostrado que es fundamental garantizar el acceso a las personas de edad a todos los servicios médicos y de cuidados, así como un entorno que seguro.

Los cambios demográficos, económicos y sociales también han transformado la forma en la que se organizan los cuidados y relaciones familiares. Si bien el cuidado de las personas mayores era asumido principalmente por familiares (sobre todo, mujeres), actualmente las familias necesitan más apoyo para poder llevar a cabo todas las tareas de cuidados y es fundamental que, desde las políticas públicas, la atención a las personas sea una prioridad. Además, se deben garantizar las pensiones sociales de las personas mayores, ya que pueden ayudar a reducir la pobreza y contribuir a mejorar la economía familiar y a reducir las desigualdades de género.

Uno de los principales retos de los próximos años es reducir la diferencia entre la esperanza de vida y la esperanza de vida saludable. Para ello, es importante que exista un fuerte compromiso social y programas dedicados a la integración del envejecimiento en los procesos de desarrollo y que todas las personas puedan envejecer viviendo con dignidad, seguridad y de la forma en la que elijan.