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Las personas mayores grupo de alto riesgo ante la ola de calor

 

Madrid, 15 de junio de 2017 Con motivo de la llegada del verano y el aumento de las temperaturas, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología recuerda que los mayores de 65 años corren más riesgo de sufrir un golpe de calor, al tener una sensación reducida de calor y por lo tanto de protegerse menor. Disminuyendo además la percepción de sed, causando un alto riesgo de deshidratación, especialmente en los mayores que sufren una enfermedad neurodegenerativa, sobrepeso, enfermedades crónicas o tienen medicación. Sin olvidar los casos en los que la dependencia física dificulta el cambio de vestimenta, y la adaptación del entorno.

¿Cuándo se produce un golpe de calor?

Cuando la temperatura de nuestro cuerpo rebasa los 41 grados se produce una hipertermia, superando los mecanismos de regulación térmica de los que dispone nuestro organismo y originando el temido golpe de calor, situación en la que el organismo ya no puede responder a las altas temperaturas con repercusiones tan graves que podría llevar a un fracaso orgánico irreversible.

Es importante saber detectar los síntomas de la hipertermia que son: dolor de cabeza, sensación de boca seca y pastosa, náuseas, vómitos, mareos, escalofríos, piel seca y enrojecida, calambres musculares en brazos, piernas o vientre, desorientación, pérdida de conciencia o confusión y no sudoración ante las altas temperaturas.

El golpe de calor más difícil de reconocer en el adulto mayor.

El principal mecanismo ante un incremento de la temperatura corporal es una dilatación de los pequeños vasos periféricos para favorecer el paso de la sangre por la piel. Esto, unido a un aumento de la sudoración, hace que se pierda calor por evaporación, lo que puede llevar a una perdida importantísima de líquidos que repercute a nivel de los distintos órganos (riñón, corazón, cerebro…).

Además, “si la temperatura exterior es muy alta y las pérdidas de líquidos no se reemplazan de forma adecuada, entramos en una situación de deshidratación, la tensión arterial desciende, aparece sensación de debilidad e incluso calambres musculares; si esta situación no se corrige a tiempo y progresa, se pierde la capacidad de sudoración y la piel presenta un aspecto seco y enrojecido, la temperatura corporal asciende progresivamente hasta cifras que superan los 40 grados, entrando en hipertermia y, si este proceso continúa, se llega a una situación de shock en la que sucede un fallo de los distintos órganos, convulsiones y coma”, explica López Trigo.

Dificultad a la hora de reconocer un golpe de calor en el adulto mayor

En el caso de la población anciana el reconocimiento del golpe de calor se ve dificultado por la comorbilidad que puede provocar confusión con otros procesos como la fiebre, la alteración del estado mental más frecuente en el anciano o taquicardias. Además en los ancianos, estos cuadros no suelen estar precedidos de ejercicio físico intenso, por lo que siempre hay que pensar en ellos independientemente del grado de actividad. Estas circunstancias exigen que haya un alto índice de sospecha para reconocer precozmente estos cuadros en los ancianos, porque el pronóstico está directamente relacionado con la rapidez de actuación. Se debe pensar siempre en la posibilidad de un golpe de calor coincidiendo con los períodos de temperaturas más elevadas, independientemente de que los síntomas se puedan explicar por otros procesos.

Recomendaciones de la SEGG para prevenir la hipertermia:

Para evitar todos estos problemas a las personas mayores, es esencial la prevención de la hipertermia, para este fin la SEGG aconseja:

  • Tomar muchos líquidos. La falta de sed es engañosa, por lo que se debe consumir agua, infusiones, zumos de frutas aunque no se tenga la sensación de sed; y evitar el consumo de bebidas alcohólicas.
  • Realizar comidas ligeras, evitando así las digestiones pesadas.
  • Evitar la exposición al sol cuando las temperaturas son elevadas, sobre todo en las horas de mayor intensidad (12-16 horas) y con una humedad relativa alta (mayor del 60 por ciento).
  • No realizar ejercicio ni deportes que aumenten el esfuerzo y la sudoración en momentos de calor.
  • Mantener la casa fresca y ventilada.
  • No permanecer en vehículos estacionados o cerrados.
  • Evitar llevar ropa ajustada y elegir tejidos ligeros, como el algodón y de colores claros, preferentemente. Es recomendable, además, el uso de sombreros o gorras que protejan nuestra cabeza del sol.