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Identifican una potencial terapia no invasiva que podría frenar el progreso de la enfermedad de Alzheimer

 

Un nuevo estudio realizado por la científica de la UMA Inés Moreno, en colaboración con la Universidad de Texas, ha identificado una potencial terapia no invasiva que podría frenar el progreso de la enfermedad de Alzheimer, «la principal forma de demencia en la población anciana».

La investigadora de la Universidad de Málaga ha conseguido reducir la cantidad de proteínas tóxicas en el cerebro -cuyo agregado es la principal causa de muerte neuronal en la enfermedad de Alzheimer- en un modelo preclínico.

Equilibrio

Estas proteínas también están presentes en la sangre, y según este experto de la UMA están en equilibrio con el cerebro -si aumentan en el cerebro, aumentan en la sangre, y viceversa. En base a estos resultados, Moreno propone eliminar estos agregados tóxicos como diana para la terapia de la enfermedad de Alzheimer. El artículo fue publicado por la revista científica Molecular Psychiatry , que pertenece al Grupo Nature.

“Eliminar las proteínas tóxicas del cerebro es el objetivo de la mayoría de las terapias actuales para el alzhéimer”, explica el investigador del grupo “NeuroAD” de la UMA.

Actuando a nivel circulatorio

La novedad de esta investigación es que propone reducir estas toxinas de la sangre, ya que también están presentes en el torrente sanguíneo. “Hemos comprobado que si eliminamos las toxinas de la sangre, vuelven a drenar del cerebro a la sangre en busca del equilibrio, mejorando la clínica y la patología de la enfermedad”, dice Moreno.

El científico destaca que hoy en día el análisis de muestras de sangre ya se utiliza, en algunos casos, para el diagnóstico de la enfermedad como alternativa a la neuroimagen. Sin embargo, hasta el momento nunca se ha utilizado para el propósito probado en este trabajo. En consecuencia, este nuevo uso “abre la puerta a posibles estrategias terapéuticas no invasivas a implementar a nivel circulatorio”.

Así, los resultados probados en modelos animales han evidenciado que este tratamiento mejoraría la memoria y la capacidad de aprendizaje, y corregiría alteraciones cognitivas, pudiendo no solo eliminar proteínas tóxicas, sino también modificar factores clave en el desarrollo de esta enfermedad.

Siguiente paso: modelo clínico

La Universidad de Texas, donde Inés Moreno es profesora asociada, continuará con este estudio a nivel clínico, buscando determinar los mecanismos moleculares involucrados en esta mejoría de la enfermedad y, también, si el tratamiento funcionaría en pacientes mediante , por ejemplo, diálisis o incluso transfusiones en pacientes con demencia.

Fuente:

Universidad de Málaga

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