‘Afectividad, sexualidad y sexo en la persona mayor institucionalizada’

No sólo ha sido un éxito por la gran afluencia de personas que acudieron hoy al Centro de Humanización de la Salud, sito en Tres Cantos (Madrid) sino y sobre todo, por ser de los pocos eventos que abordan esta temática se escuchaba decir a los asistentes que con unanimidad lo contaban por los pasillos.

Detrás de toda esta idea de atención ética e intregal se encuentra la figura de José Carlos Bermejo, director del Centro y religioso camilo, empeñado en mejorar la calidad de vida de las personas, también de aquellos con más pasado que futuro.

Tras la bienvenida realizada por el director de la casa, llegó el turno de la ponencia sobre «El método deliberativos» y sus pautas básicas para su utilización a cargo Francisco Javier Rivas, vicepresidente del Comité, y médico bioeticista.

Del buen cuidado, respetuoso y empático se encargan los profesionales de los espacios sociosanitarios como el que acogió esta propuesta formativa. Numerosos de estos trabajadores y estudiantes, acudieron con curiosidad y preocupación por como reconocieron algunos, no están debidamente preparados para abordar la sexualidad entre los pacientes a los que atienden. Así, la responsable médica del centro geriátrico intervino para hablar de su experiencia con honestidad, «desde el momento del ingreso lo hacemos mal. Les preguntamos de todo pero no de esas necesidades que también son parte de la salud».

Como véis en la foto que ilustra este artículo, la doctora en antropología social y fundadora de INGESS, Mónica Ramos Toro fue invitada para dar su visión sobre como la imagen negativa del envejecimiento y la vejez dificulta las relaciones de estas personas, afectando a su salud pero también a su autoestima. Especialista en la visión de género, aportaba el siguiente argumento que está plenamente en la línea de trabajo de este medio de comunicación: «El sexo en la edad avanzada está lleno de tópicos y de mucha ignorancia. El envejecimiento es un proceso afectado por lo biopsicosocial pero nunca debe ser considerado una enfermedad».

En el turno dedicado a la participación del público, contar que un asistente expuso su caso personal. El señor compartió la siguiente inquietud a la opinión de Mónica Ramos, su padre con 90 e ingresado en este centro geriátrico se había enamorado de otra residente. Esta anécdota había supuesto un episodio delicado para la institución y la familia pero ambos, habían decidido que el bienestar de su familiar o usuario primaria sobre cualquier prejuicio.

En palabras de Laura Steegmann, presidenta del Comité de Ética del centro gestionado por la comunidad de religiosos camilos añadía la siguiente reflexión «Hemos naturalizado la agresividad vinculada a los trastornos de conducta pero no el amor y el componente afectivosexual de las personas a las que atendemos en estos espacios sociosanitarios».

Al final de la jornada se planteó un caso práctico para ser trabajado en grupos, sobre el amor de una pareja de adultos mayores que residen en una institución.

A modo de conclusión, se planteó la necesidad de que las instituciones, los profesionales, las familias y las propias personas ancianas, deben contribuir a eliminar las barreras que existen alrededor de la sexualidad de las personas, ya sean jóvenes o viejas, así como todas las actitudes de paternalismo, condescendencia o edadismo en cualquier ámbito, porque como dijo nuestra amiga y miembro del consejo editorial de QMAYOR «la vejez es un periodo con los mismos deseos sexuales y afectivos que tenemos en otras etapas vitales». 

¡Así es la vida! O al menos así la ve la señora Carmenza