Autoplacer, sin prisas, ni culpas

A lo largo de la historia de nuestras sociedades occidentales, las cuales fueron en su mayoría criadas en el seno de las religiones judeocristianas, encontramos que se han validado prácticamente como únicos aceptados los encuentros erótico-sexuales en la juventud heterosexual y solo con fines reproductivos. Por lo que parece, en este contexto, aterradora la idea de una sexualidad infantil o en las personas mayores, ya que no ayudarían a engrosar las filas de los fieles a dichas prácticas religiosas.

Si agregamos la carga de culpabilidad pecaminosa que rodea a todo aquello que envuelve a la sexualidad y en específico a la práctica del onanismo o masturbación bajo la sombra de la influencia religiosa, el auto erotizarse es algo denigrante y considerado pecado; lo que provoca que quienes la practican, lo hagan a escondidas, en situaciones o lugares incómodos sin darse siquiera la oportunidad de erotizarse, acariciarse, sentirse para poder fantasear y entonces con calma y todo el amor que se puede tener uno mismo, alcanzar el orgasmo, un orgasmo que haga sentir que se está vivo, que produzca felicidad, pero sobre todo comodidad, paz.

Es tabú hablar de una práctica masturbatoria en las personas mayores, porque es más cómodo pensar que ellas y ellos no tienen necesidades o deseos; hay quienes piensan en su inmenso egoísmo, que, los mayores no tienen derecho a vivir su sexualidad de una manera activa, ya sea en pareja, en grupo o en solitario. Conforme pasan los años, se va perdiendo la salud y ganando achaques (¡no siempre!), por lo tanto, es justo que cada uno pueda decidir hasta cuando es necesario sentir el roce de otro cuerpo, la plenitud de un orgasmo o el ritual de un encuentro sexual consigo mismo.

Al llegar a la edad en que la soledad acompaña gran parte del tiempo a las personas, es justo que no pierdan un derecho tan elemental como el de sentirse amados, deseados, tocados; hay tantas posibilidades de encuentros sexuales como personas y por ello, es importante considerar lo terapéutico de un orgasmo, porque ayuda al corazón a mejorar el flujo sanguíneo y a oxigenar las células del organismo, así mismo se liberan endorfinas, dopamina y oxitocina, las benditas hormonas que ayudan a aumentar la felicidad y disminuir la depresión, así que por donde se vea quien practica la masturbación está contribuyendo a sus bienestar físico y mental.

Y es que cuando se es mayor (leyendo esto como la virtud del deber cumplido), se tiene el tiempo para amar(se) sin prisas, sin culpas, haciendo todo por reencontrar en cada uno el placer de nuestro propio cuerpo, de ese cuerpo que merece un buen trato, un buen vino y a su tiempo, un buen orgasmo.

En cualquier caso, sé tú quién decida y no la cultura, sociedad o religión.

Gustavo Balderas Cabrera. Psicólogo Clínico por la UAQ (Universidad Autónoma de Querétaro).

Maestrante de la Maestría en Educación Sexual con especialización en Sexología Clínica por el IPESI (Instituto de Profesionalización y Educación en Sexología Integral).

Miembro de Grakoba Consultores.