Abrazo la madurez y me abro a la vejez

La madurez. Abro mi ventana y el invierno me muestra los árboles desnudos. En una hora el sol inundará mi cuarto. Las risas, conversaciones y música de los hijos y nietos ya no estàn. La casa es otra, y porque es otra, la vivo diferente. Es como si estrenara vestido nuevo.

He puesto un espejo enorme en el pasillo, es el que me cuento cómo voy cambiando, el que se ríe conmigo cuando bailo o cuando me enfado porque aquella falda bonita queda demasiado apretada. Es el, el que me dice que a mis 61 años no estoy vieja (pese a que no me disgusta la palabra), sino que tengo juventud acumulada.

Salgo a la calle con alegría y orgullosa. Con mi marido (66) nos hemos propuesto darnos un beso en cada semáforo en rojo.

A veces salgo sola, concentrada en mis obligaciones. Eso me da energía. Pilates, alguna amiga, un paseito juntas por el parque….

Me río de esa chica tan bonita que desde un cartel de publicidad me promete borrar las arrugas que ella no tiene con esa «mágica crema». ¡No quiero borrarlas! Ellas me indican que he vivido. Somos el Club de las mujeres con Tiempo, de las Mujeres Vintage.

¡¡¡¡ Vamos a por màs!!!!… y lista para autorizarme las canas que con tanto honor peina mi mamá. Te adoro ¡Eres mi ejemplo!

Adriana Martínez Andreu

*Gracias amiga… ¡Queremos conocer a ese modelo de vida que es tu madre! 🙂

Oldushka – La primera agencia de modelos sénior