Los abuelos agentes de inclusión social. Caminando juntos por la senda de la autonomía personal

Gonzalo Berzosa escribe para la Escuela de Familia y Discapacidad de Fundación MAPFRE el siguiente texto sobre el significativo papel de los abuelos en la vida de sus nietos con discapacidad. Desde Qmayor recomendamos su lectura. Déjate emocionar por las palabras de un mayor que conoce bien el mundo de los mayores y la discapacidad.

Es importante y necesario hacer una reflexión sobre el papel que pueden desempeñar las personas mayores en las familias en las que viven personas con discapacidad. Varias razones lo justifican porque vivimos una sociedad de cambios rápidos e inesperados algunos de los cuales inciden en los modelos en los que tradicionalmente han desarrollado su vida cotidiana las personas mayores.

Estos cambios afectan a la vida familiar actual y están relacionados, entre otros aspectos, con el trabajo de sus hijos e hijas y la conciliación, las distancias físicas entre los hogares, el poco tiempo disponible para los encuentros familiares, las demandas de ocio, el disfrute de los bienes culturales y las continuas exigencias educativas y extraescolares para la etapa infantil.

También hay que tener en cuenta el impacto emocional que produce la llegada de una persona con discapacidad a la familia, o la aparición de alguna necesidad específica a lo largo de su desarrollo, que puede suponer un momento de incertidumbre para su entorno más cercano. Ante esta situación es posible que la concepción que pueden tener los abuelos y abuelas sobre las personas con discapacidad no se corresponda con los planteamientos actuales. Seguramente han vivido los tiempos en los que se entendía que la relación con estas personas era desde sus limitaciones, carencias, y deficiencias, y no tienen una formación adecuada para entender que la intervención hoy se orienta más hacia sus capacidades, posibilidades, oportunidades y recursos de apoyo. Es decir que lo que prima son los modelos de promoción de la autonomía personal y la inclusión social.

Ante estas posibles situaciones que viven las personas mayores es necesario informar para que las relaciones que abuelos y abuelas puedan tener con sus nietos y nietas con discapacidad se desempeñen fomentando más la calidad de trato que la cantidad de tiempo empleado. Esto plantea la necesidad de incorporar a las personas mayores en las dinámicas de formación que entidades y asociaciones desarrollan porque el papel que juegan los abuelos y abuelas en la maduración de sus nietos con discapacidad es muy importante por la carga emocional positiva que siempre se establece en esa relación. Entre los temas prioritarios que hay que tratar hay uno que afecta directamente al trato cotidiano y responde a los modelos de saber acompañar a sus nietos sin agobios, sin sentimientos de culpa, sin pautas paternalistas y promover que hagan las cosas por ellos mismos porque no se favorece su autonomía personal si les allanan los caminos y les solucionan las pequeñas dificultades. Lo que ayuda a crecer el comportamiento autónomo es cuando se posibilita que hagan las cosas por ellos mismos.

Llegados a este punto es necesario resaltar que tenemos constatación empírica, es decir, está claramente demostrado, que los cambios en las personas con discapacidad no dependen solo de su capacidad personal sino también del apoyo familiar y social que reciben. Por eso todos podemos ser un recurso o una dificultad en el fomento de la vida independiente. Este principio plantea una pregunta que debemos hacernos los equipos de profesionales que trabajamos con personas con discapacidad y sus familias. La pregunta es la siguiente: ¿Qué papel pueden desempeñar hoy los abuelos y abuelas para garantizar la vida independiente de sus nietos y nietas con discapacidad? La respuesta seguramente será la siguiente: un papel activo que promocione el desarrollo personal, un papel protagonista con los demás miembros de la familia, un papel que no sea el que tradicionalmente han desempeñado muchas personas mayores porque se esperaba de ellos que fueran espectadores que vigilan a los nietos para evitar riesgos, para amansar rabietas, para mimar antojos y para ganarse su cariño permitiendo que consigan sus demandas sin plantear alternativas.

Para conseguir desempeñar este papel educativo los abuelos y abuelas deben incorporar en su trato la “pedagogía del error” y superar los miedos que conllevan las equivocaciones, porque “la autonomía de las personas con discapacidad crece con los apoyos que se les presta, pero disminuye con la sobreprotección con la que se les trata” Este planteamiento educativo afecta directamente al desarrollo personal, al bienestar emocional y a la calidad de vida de sus nietos y nietas.

Hay un último aspecto que es importante señalar porque puede afectar directamente a las propias personas mayores que son abuelos y abuelos de personas con discapacidad. Una de las características de este colectivo es que las expectativas de vida se han ampliado y con ellas los años que pueden vivir con capacidad de adaptación a los cambios sociales. Por eso cuando nos hacemos mayores todos tenemos que enfrentarnos al siguiente dilema: reorientar nuestra vida hacia nuevos proyectos o seguir haciendo lo mismo que veníamos haciendo hasta ahora. En la mayoría de los casos hacer lo mismo que se venía haciendo no suele ser posible porque han cambiado las circunstancias personales. Por eso tener proyectos nuevos es tener salud psíquica, porque indica que se tiene ilusión, deseos y ganas de hacer algo mañana al levantarse.

Los abuelos y abuelas que tienen nietos y nietas con discapacidad tienen también la oportunidad de tener un proyecto especial y específico que se traduce en caminar con ellos promoviendo su vida independiente. Un proyecto que tiene un efecto reversible porque alimenta su motivación y les genera sentimientos de utilidad. Para llevarlo a cabo se requiere por una parte, confiar en las capacidades de sus nietos y por otra, apoyar a las familias que luchan por su inclusión social. En definitiva, estos abuelos y abuelas tienen un sus manos un proyecto de futuro que da vida a sus años.

Las palabras de Vicente Aleixandre, escritas cuando ya había cumplido 80 años, así lo testifican:

Vivir es conservar la capacidad de entusiasmo. Seguir vibrando por toda la vida que sientes a tu alrededor y participar en ella. Vivir es saberse vivo hasta el instante final. Los años sólo enriquecen. Yo veo la vejez como un enriquecimiento; como un acumular saberes y experiencias. Pero también es una conservación de la vida. Y mientras se vive, se mantiene la capacidad de vivir, de sentir, la capacidad de entusiasmo. Esos viejos que se sientan a esperar la muerte, ya no viven. Mientras se vive hay que esperar la vida.

Gonzalo Berzosa Zaballos 

Director Escuela Familia y Discapacidad

Si quieres conocer más a fondo su trabajo, esta es su dirección de correo electrónico: gonzalo@intersocial.es