Abuelos enfermos ¡Tenemos mucho que dar!

Tal vez la gente nos ve postrados en una cama, esperando un procedimiento clínico o en vísperas de una operación, sin embargo y para ser muy sinceros, estando en estas condiciones tenemos mucho que dar.

Somos abuelos, personas con años de experiencia y con un corazón que ha aprendido a mantenerse firme en las dificultades, cambios y adversidades de la vida. Nada nos detiene, aunque nuestro cuerpo vaya perdiendo rapidez, nada nos asusta y frecuentemente la voz de nuestra conciencia nos recuerda que el final es irremediable.

Sabemos que hay tanto en nuestro ser, no solo consejos, miradas y palabras, tenemos un raudal de emociones, sonrisas para compartir y alegría que se agolpa en cada poro de nuestra piel, porque con la vejez sabemos que la vida tiene un sabor diferente, hemos comprendido que amar es vivir, simplemente eso, vivir es amar.

Ahora que estamos en una cama de hospital, porque no queda otro remedio, la salud se deteriora, pero el corazón jamás se arruga, es cuando más quisiéramos tener esa nueva oportunidad para comenzar de nuevo, para arriesgar o para repetir tantas veces como sea posible aquello que nos hizo vibrar, porque eso se llama ilusión y esa no se pierde aún en la limitación, viviendo sin movilidad, sin poder caminar o esperando una cirugía.

Algunas personas nos ven con cierto aire de desesperanza y debe ser, porque los hospitales y las habitaciones con olor a medicina no deben inspirar a nadie, sin embargo, quisiéramos decirles que este tiempo es de espera, esperamos mucho para recobrar un poco la salud, aunque esta nos va abandonando y se aleja lentamente.

Permanecer en el hospital o simplemente recostados en nuestros cuartos en actitud de espera, es el tiempo en el que aprovechamos para pactar con la vida y prometerle que siempre haremos lo mejor o por lo menos lo intentaremos, si ella, la vida, es generosa y nos da esa salud que tanto buscamos en frascos, recetas y visitas a doctores, entonces sin duda alguna lo volveremos a intentar.

Algunos tenemos parejas, hijos, nietos, amigos, conocidos y duele ausentarnos a veces por días o meses, los motivos son los propios de nuestra edad, fallas de órganos o la “factura” que nos cobrará la vida a todos, ya sea por haber vivido con cierta pasión y excesos, pero al final nos quedará la satisfacción de ser quienes fuimos y el cúmulo de ganas porque todavía ¡Tenemos mucho que dar!

Artículo escrito por Rafa Salomón, cantautor religioso, conferenciante y amigo de QMAYOR.