5 razones por las que las falsas terapias a veces parecen funcionar

A menudo, personas inteligentes como los pacientes y sus terapeutas pueden llegar a creer que determinado tratamiento ha ayudado a alguien, cuando en realidad no fue así. Esto vale tanto para los nuevos tratamientos de la medicina científica, como para las panaceas que se ofrecen en la medicina popular, en las prácticas marginales de la «medicina alternativa» o en el curanderismo. 

Según el Dr. Barry L. Beyerstein, muchos tratamientos dudosos se siguen vendiendo porque existen clientes que ofrecen testimonios del tipo: «Yo lo probé, y me dio resultado, así que debe ser efectivo». Muchas veces, los medios de comunicación suelen retratar testimonios como prueba válida pero, sin las evidencias adecuadas es difícil o imposible de determinar si esto es así o no.

Beyerstein, cita diez razones por las cuales las personas pueden concluir  que un tratamiento ineficaz funciona: 

1. La enfermedad puede haber seguido su curso natural

Muchas enfermedades son autolimitadas. Si la condición no es crónica o mortal, los propios procesos recuperativos del cuerpo suelen restaurar la salud al paciente. Por lo tanto, para demostrar que un tratamiento es eficaz, sus proponentes deben demostrar que el número de pacientes que mejoran supera el número esperado que se recuperan sin tratamiento alguno (o que se recuperan de forma notablemente más rápido que si no se trataran). Sin un registro detallado de los éxitos y fracasos de un número suficientemente grande de pacientes con el mismo problema, no se puede concluir nada sobre la presunta efectividad. 

2. Muchas enfermedades son cíclicas

Condiciones tales como la artritis, la esclerosis múltiple, alergias y problemas gastrointestinales son ejemplos de enfermedades que normalmente suelen tener «altos y bajos». Naturalmente, los pacientes tienden a buscar la terapia durante la peor parte del ciclo. De esta manera, un tratamiento ficticio tendrá repetidas oportunidades de coincidir con la mejora, que habría ocurrido de todos modos con o sin el tratamiento. Una vez más, en ausencia de grupos de control apropiados, los consumidores y vendedores por igual son propensos a malinterpretar una mejoría debido a la variación cíclica normal, como si se tratase de un efecto terapéutico válido. 

3. Remisión espontánea

Ciertas curas reportadas anecdóticamente pueden deberse a la rara pero posible «remisión espontánea». Incluso, en ocasiones, algunos cánceres con mal pronóstico desaparecen sin tratamiento adicional. Un oncólogo con experiencia reportó que ha visto doce de esos eventos entre cerca de seis mil casos que ha tratado (Silverman, 1987). Los mecanismos exactos responsables de remisiones espontáneas no se conocen bien, pero muchas investigaciones se están dedicando a revelar y posiblemente aprovechar esos procesos del organismo, responsables de esas mejorías inesperadas. Por su parte, las terapias alternativas pueden recibir el crédito por este tipo de remisiones, debido a que muchos pacientes desesperados recurren a ellas cuando sienten que no tienen nada que perder. Cuando las terapias «alternativas» afirman que han alejado a muchas personas deshauciadas de la muerte, rara vez revelan qué porcentaje de su clientela representa esa feliz excepción. Lo que se necesita es la evidencia estadística de que sus «tasas de curación» superan la tasa de remisión espontánea conocida y la tasa de respuesta al placebo para las condiciones que dicen tratar.

4. El efecto placebo puede ser el responsable

A través de la sugestión, la creencia, la esperanza, la reinterpretación cognitiva y la desviación de la atención, muchos pacientes que reciben tratamientos biológicamente inútiles a menudo experimentan un alivio medible. Algunas respuestas al placebo producen cambios reales en la condición física, mientras que otros son cambios subjetivos que hacen que los pacientes se sientan mejor a pesar de que no ha habido ningún cambio objetivo en la patología subyacente.

5. Algunos síntomas podrían haber sido psicosomáticos

Una dificultad constante para tratar de medir la eficacia terapéutica es que muchos padecimientos físicos pueden surgir de la angustia psicosocial y se alivian con apoyo y consuelo. A primera vista, estos síntomas (en varios momentos llamados «psicosomáticos», «histéricos», o «neurasténicos») se asemejan a síndromes médicos reconocidos. Los sanadores «alternativos» atienden a estos miembros «sanos preocupados» que son erróneamente convencidos de que están enfermos. Sus quejas son instancias de somatización, la tendencia a expresar sus preocupaciones psicológicas en un lenguaje de síntomas similares a los de las enfermedades orgánicas. Los terapeutas «alternativos» ofrecen confort a estos individuos que, por razones psicológicas, necesitan que otros creean que hay etiologías orgánicas para sus síntomas. A menudo, con la ayuda de dispositivos de diagnóstico pseudocientíficos, estos practicantes marginales refuerzan la convicción del somatizador de que el establishment médico de mente cerrada y sangre fría, no puede encontrar nada que esté físicamente mal porque es tanto incompetente como desleal al negarse a reconocer una condición orgánica muy real. Una gran parte de los diagnosticados con «fatiga crónica», «síndrome de sensibilidad ambiental», y varios trastornos de estrés se parecen mucho a somatizadores clásicos. Cuando el terapeuta complementario realiza el ritual de «entrega del tratamiento», proporciona la tranquilidad, el sentido de pertenencia y el apoyo existencial que buscan sus clientes. La desventaja de atender el deseo de un diagnóstico médico para condiciones psicológicas es que promueve el pensamiento pseudocientífico y mágico, mientras indebidamente aumenta las tasas de éxito de los charlatanes. Lo más triste de todo es que se perpetúa el sentimiento anacrónico de que hay algo vergonzoso o ilegítimo con los problemas psicológicos.

6. Alivio sintomático versus cura

A falta de una verdadera cura, lo que más valoran los enfermos es el alivio del dolor y malestares. Muchos tratamientos curativos supuestamente ofrecidos por los médicos alternativos, si bien no puede afectar el proceso de la enfermedad en sí, pueden hacer más soportable la enfermedad por razones psicológicas. El dolor es un ejemplo.

Hay investigaciones que muestran que el dolor es en parte una sensación como ver o escuchar, y en parte una emoción. Se ha encontrado repetidamente que la reducción con éxito del componente emocional del dolor deja una porción sensorial sorprendentemente tolerable. Por lo tanto, el sufrimiento a menudo puede ser reducido por medios psicológicos, incluso si la patología subyacente no fue tratada. Todo lo que pueda aliviar la ansiedad, redirigir la atención, reducir la excitación, fomentar un sentido de control o dar lugar a la reinterpretación cognitiva de los síntomas, puede aliviar el dolor. Esto es bueno siempre que los pacientes sufran menos, pero hay que tener cuidado de que el alivio puramente sintomático no desvíe a la gente de los remedios probados hasta que es demasiado tarde para que sean efectivos.

7. La terapia «complementaria» se lleva todo el crédito

En un intento por atraer a una clientela más amplia, muchos sanadores y terapeutas no ortodoxos han comenzado a referirse a sí mismos como «complementarios» en lugar de «alternativos». En vez de despotricar contra la medicina convencional, algunos terapeutas «alternativos» han empezado a anunciar que pueden mejorar o potenciar los tratamientos biomédicos convencionales. Aceptan que los practicantes de la medicina ortodoxa pueden aliviar síntomas específicos, mientras sostienen que la medicina alternativa trata las causas reales de la enfermedad -dudosos desequilibrios alimentarios, sensibilidades ambientales, campos de energía alterados o incluso conflictos no resueltos de encarnaciones anteriores-. Si la mejoría se da combinando la terapia de base científica con tratamientos «complementarios», el tratamiento alternativo se lleva una parte desproporcionada del crédito.

8. Diagnóstico erróneo (del médico o de uno mismo)

En esta era de la obsesión de medios con la salud, muchas personas pueden ser inducidas a pensar que tienen enfermedades que en realidad no tienen. Cuando esta gente sana recibe la noticia inesperada de su médico de que no presenta signos orgánicos de enfermedad, suelen recurrir a terapeutas alternativos que casi siempre pueden encontrar algún tipo de «desequilibrio» que tratar. Y, si le sigue una «recuperación», nace otro converso.

Por supuesto, los médicos con formación científica no son infalibles. Un diagnóstico erróneo, seguido de un viaje a un santuario o de un sanador «alternativo», puede conducir a un testimonio conmovedor sobre la cura de una grave enfermedad de que nunca existió. Otras veces el diagnóstico puede ser el correcto, pero el período de tiempo -que es inherentemente difícil de predecir- podría resultar inexacto. Si un paciente con una enfermedad terminal se somete a tratamientos alternativos y sobrevive más tiempo del que predijo su médico, el procedimiento alternativo puede recibir crédito por prolongar la vida, cuando en realidad no era más que un pronóstico excesivamente pesimista -la supervivencia fue más larga que la esperada, pero dentro del rango de variación estadística normal de la enfermedad-.

9. Mejora temporal en el estado de ánimo que se puede confundir con una curación

Curanderos alternativos suelen tener personalidades fuertes y carismáticas. A medida que el paciente es arrastrado por los aspectos mesiánicos de la medicina alternativa, puede sobrevenir una mejoría de su estado psicológico.

Si un sanador optimista y entusiasta logra levantar el ánimo y las expectativas del paciente, este optimismo puede conducir a un mayor cumplimiento, y por tanto eficacia, de los tratamientos médicos que pudiese estar recibiendo. Esta actitud expectante también puede motivar a la gente a comer y dormir mejor y hacer ejercicio y socializar más. Estos, por sí mismos, podrían ayudar a acelerar la recuperación natural.

Este tipo de efecto psicológico también puede reducir el estrés, que ha demostrado tener consecuencias perjudiciales sobre el sistema inmunitario. La eliminación de esta carga adicional puede acelerar la curación, aún cuando no sea un efecto específico de la terapia. Al igual que con el alivio sintomático puro, esto está lejos de ser algo malo, a menos que se desvíe al paciente de tratamientos probados o que los cargos sean exorbitantes.

10. La necesidad psicológica puede distorsionar lo que las personas perciben y hacen

Incluso cuando no se produce una mejoría objetiva, las personas que apuestan fuerte a la «medicina alternativa» pueden convencerse a sí mismas de que han sido ayudadas. Según la teoría de la disonancia cognitiva, cuando las experiencias contradicen actitudes existentes, los sentimientos o el conocimiento, se produce angustia mental. La gente tiende a aliviar esta discordia reinterpretando (distorsionando) la información que le ofende. Si no hay alivio, aún después de comprometer tiempo, dinero y la «cara» en un tratamiento alternativo, puede dar lugar a la falta de armonía interna.

Resulta demasiado desconcertante admitir que todo ha sido un desperdicio. La fuerte presión psicológica hace que se encuentre algún valor con el cual redimir el tratamiento, en vez de asumir que los esfuerzos han sido en vano. Las creencias básicas tienden a ser defendidas vigorosamente, deformando la percepción y la memoria. Los practicantes holísticos y sus clientes son propensos a malinterpretar las señales y recordar las cosas como desearían que hubiesen ocurrido. Pueden ser selectivos en lo que recuerdan, sobrestimando sus éxitos aparentes e ignorando, minimizando o descartando sus fracasos. El método científico se desarrolló en gran parte a reducir el impacto de esta tendencia humana para saltar a conclusiones agradables. Además, las personas normalmente se sienten obligadas a corresponder cuando alguien les hace una buena acción. Como la mayoría de los terapeutas «alternativos» creen sinceramente que están ayudando, es natural que los pacientes quieren complacerlos a cambio. Sin darse cuenta, el paciente necesariamente infla su percepción sobre los supuestos beneficios que ha recibido.

Conclusión

El trabajo de distinguir tratamientos reales de relaciones causales espurias requiere estudios bien diseñados y abstracciones lógicas de grandes masas de datos. Muchas fuentes de error pueden engañar a la gente que confía en la intuición o el razonamiento informal para analizar eventos complejos. Antes de aceptar cualquier tipo de tratamiento, se debe estar seguro de que tiene sentido y ha sido validada científicamente a través de estudios que controlan las respuestas al placebo, los efectos de cumplimiento, y los errores de juicio. Se debe tener mucho cuidado si la «evidencia» consiste únicamente en testimonios, panfletos y libros autopublicados, o artículos de los medios de comunicación populares.

Fuentes:
Traducción del texto original escrito por Barry L. Beyerstein, Ph.D.

Quackwatch – Why Bogus Therapies Often Seem to Work

CSICOP – Why Bogus Therapies Seem to Work