¡La Gerontología será feminista, o no será!

Hablar de la gerontología en México supone una serie de contrastes, desde los estados en donde el desarrollo de concepto y aplicación es ya una realidad, hasta los estados en los que hemos comenzado la senda de separar geriatría y gerontología, pero no como algo negativo o como una limitante si no como esa separación profesional y necesaria de “cada quien a su cada cual” siempre desde una perspectiva de apoyo, pero también con el firme propósito de mejorar la salud de las personas mayores. 

Trabajar en pro del envejecimiento no solo implica grandes retos si no bastantes compromisos ya que desde diferentes ópticas y a todas luces el envejecimiento sufre una constante batalla en contra de la discriminación, los estereotipos, la violencia y la transgresión reiterada a los derechos de las personas mayores, esto supone enfrentar cara a cara una lucha social en beneficio de la defensa de las personas mayores. 

Defensa de derechos que no significa nulificar o tomar voz y voto por ellos, si no de afrontar y formar una línea estrecha con ellos y avanzar en los temas que nos competen con la seguridad y certeza que tanto profesionales, como sociedad, y personas mayores van en el mismo sentido.

Hablemos pues de un tema relevante como la ética profesional misma, ¡La gerontología será feminista! Y pese a parecer radical, injusto y para algunos, incomodo… Es necesario. El afrontamiento y los problemas en su mayoría delegados por una cultura histórica de patriarcado y de machismo no solo impactan en la vida de las jóvenes y niñas, si no también, y de manera menos sutil pero silenciosa: en la vejez. Y es que existe cierto discurso emanado de los edadismos y viejismos que ciertas acciones, aunque incluyan violencia de cualquier tipo solemos hacerlas <por su bien>. 

Retomemos aquella practica en donde se disfraza el cuidado de los nietos con chantaje, manipulación y sobre todo con una carga de obligación por parte de los hijos principalmente hacia las madres, se vuelve tan sutil y casi imperceptible el maltrato que los argumentos duros y directos se vuelven ejecutores:

“eres la abuela y necesitas pasar tiempo con mis hijos” 

“tú ya no haces nada en el día, aunque sea cuida a tus nietos”

y es que por mas que podamos crear la connotación de que el cuidado de los nietos trae beneficios en la vida de la persona mayor, no podemos omitir que se trata de un aleccionamiento que poco trata con franqueza los beneficios terapéuticos del “cuidar de otros” si no trata mas ese mal pensamiento sobre que al envejecer disminuyen las actividades, anhelos y hasta deseos de la persona mayor.

La violencia contra las mujeres es un tema que ha permeado en la sociedad, quienes de principio viven con un dilema sumamente moral entre el radicalismo y la verdadera esencia de un movimiento. Esto ha creado confusión entre quienes desean comprender estos temas a profundidad; por un lado, no se trata de victimizar y enternecer la violencia contra las mujeres, si no se trata de señalar directamente que el sistema cultural que nos toco vivir deja mucho que desear, la lucha hoy es en sentido de paridad de género, inclusión y por acrecentar la voz de aquellos que hasta hace algunos años llamábamos minorías, el interés por la inclusión y la diversidad merecen seguir siendo impulsados. Y este articulo no tendría congruencia alguna sin tomar enserio las voces de las personas que han realizado esfuerzos por demandar la apertura al diálogo político que genere la implementación de métodos y estrategias que fortalezcan a las mujeres, sea cual sea su edad. 

La periodista Mexicana Elsa Leonor Angeles Vera (que aparece sonriente y bellísima en la foto que ilustra este artículo) ha dedicado gran parte de su vida y trayectoria a luchar por la dignificación no solo del periodismo crítico, si no también de los grupos considerados vulnerables, la infancia, las personas mayores, y en especial su lucha ha tenido un énfasis en la situación que esta pasando con las mujeres en México, al respecto en el rubro de las mujeres mayores nos comenta su perspectiva de lo que significa ser adulta mayor y feminista: 

“Ser adulta mayor y feminista significa que nadie tendrá derecho a tomar decisiones por ti, sino que dejarás todo preparado para asuntos tan importantes como muerte anticipada en caso de sufrimiento físico extremo, dónde y cómo quieres tu entierro, quién se quedará con tus cosas, dónde y con quién quieres vivir, qué comer, cómo vestirte, si quieres taparte o no.”

En México, un alto porcentaje de personas llegan a la vejez en condiciones de mucha precariedad por falta de pensión, jubilación, seguridad social y un complejo sistema social que los violenta y discrimina. 

Pero las mujeres, a diferencia de los hombres, llegan en peores condiciones porque la maternidad implica mayor compromiso a su salud, dependiendo del número de embarazos y las circunstancias en que fueron. 

Segundo, uno de cada tres hogares es sostenido por una mujer, lo que implica que además del cuidado de hijos, trabajan. A eso se le llama doble jornada porque deben cumplir con el trabajo doméstico más cumplir con horas en una fábrica, oficina o incluso en un negocio propio. 

“Es muy importante mantenerse de forma activa para poder disfrutar de la vejez con verdadera vitalidad”

Tercero, el cuidado de un enfermo, una persona con discapacidad o de la tercera edad, generalmente recae en una mujer. Así que hay mujeres que además de trabajar, son madres, tal vez solteras y también deben cuidar a un abuelo, hermano, tío enfermo. 

Por otro lado, es real la brecha salarial entre hombres y mujeres, especialmente en México; por lo tanto, las mujeres ganan menos por el mismo trabajo y con menos capacidad económica para adquirir, por ejemplo, un patrimonio más sólido. 

“Estos y otros aspectos de las condiciones de desigualdad para las mujeres, genera que su vejez sea aún más complicada que los hombres.”

El movimiento feminista trabaja justo para cerrar esas brechas de desigualdad y trabajamos porque sea para todos los grupos de edad, en todas las circunstancias y de manera permanente. De esta manera, lograremos mujeres más autónomas, más libres, más independientes que puedan planear una vejez digna. 

Ser adulta mayor y feminista significa llegar con un patrimonio mínimo para no depender de esposo, hijos, nietos, hermanos para lo más básico: vivienda. 

Ser adulta mayor y feminista significa haber tenido la oportunidad de planear y prever esa etapa de la vida para resolver la posibilidad de tener un ingreso permanente, sea a través de una pensión, jubilación, un negocio propio o un ahorro suficiente. 

Ser adulta mayor y feminista significa que nadie tendrá derecho a tomar decisiones por ti, sino que dejarás todo preparado para asuntos tan importantes como muerte anticipada en caso de sufrimiento físico extremo, dónde y cómo quieres tu entierro, quién se quedará con tus cosas, dónde y con quién quieres vivir, qué comer, cómo vestirte, si quieres taparte o no. 

“Ser adulta mayor y feminista significa ser respetada en tus decisiones y voluntad, y no tratada como una bebé.”

La vejez Aymara

Para poder comprender el significado que retoma el feminismo para la gerontología, no solo es necesario voltear a ver lo que los edadismos ya la hacen al envejecimiento si no la carga adicional que se tiene respecto a las mujeres y de cómo, tras el paso del tiempo han sido replegadas al grado de ser despojadas de sus bienes, adjudicarles tareas que implican una obligación y no un gusto, pero sobre todo, el bloqueo que esto significa al momento de que ellas, las mayores, deseen prever su vejez de una manera plena, autónoma y a su gusto. 

En este sentido, sabemos que en México existe una agenda pendiente en temas tan importantes que impactan al envejecimiento, entre ellos, el rol de las abuelas, la igualdad de trabajo y oportunidades, entre otros. 

-Elsa, existe una agenda pendiente en temas de envejecimiento y no se contemplan muchos puntos entorno al rol de abuela y las propias garantías de la mujer mayor, ¿Qué otro punto debe tomarse?

¡Fuera excusas! La actividad física es gratis y estimulante

  • “Prevenir, atender y sancionar la violencia contra las mujeres, especialmente las adultas mayores por parte de sus hijos e hijas.”
  • Recibir una compensación económica por cuidados a hijos y nietos. 
  • Prevenir, atender y sancionar con plena prontitud un delito muy común: el despojo de sus bienes. 
  • Combatir de manera real la brecha salarial. 
  • Garantizar el acceso a prestaciones sociales, jubilación y pensión para hombres y mujeres, pero especialmente para mujeres porque de acuerdo con estadísticas de INEGI, las trabajadoras son menos protegidas. 

Y si bien, actualmente ya hay adelantos en algunos de estos temas, la realidad es que no existe nada en concreto. Los puntos pendientes pese a que son ya conocidos por las instancias gubernamentales poco han hecho por convertirlos en realidad y convertirlos en leyes que deriven en su pronta ejecución. 

Cuestiones tan graves como lo es el despojo de bienes son en algunos casos tomados a la ligera por considerarse “problemas entre familia” o por el simple hecho del miedo a alejar a los hijos o a la persona que realiza el acto, y justo hay es donde la gerontología debe tomar las riendas, como profesionales es necesario dotar de las herramientas necesarias a las personas mayores para arrancar el miedo, denunciar y actuar en consecuencia. 

Hablamos de empoderar, dignificar, luchar y apoyar a erradicar estas practicas que a la vista de todos se han vuelto cotidianas y que, en consecuencia, no merecen ser alertadas. Existe pues, un desinterés por procurar la justicia que implica esa doble carga de la que ya hemos hablado, actualmente ser mujer y ser mayor: suele no importar. 

En ese sentido, no solo se trata de actuar en consecuencia, se trata de abanderar el feminismo, de voltear la gerontología a una mirada feminista porque ahí, radica mucho de lo que hoy en esencia se puede cambiar, ya sea estadísticamente, culturalmente o hasta históricamente, en pleno siglo XXI es justo cambiar los aires y dar una perspectiva de atención de calidad hacia las mujeres mayores por el largo trayecto que han tenido que caminar y que mucho ha costado por reconocer los derechos que les tocan y las garantías que sociedad y estado deben brindarles. 

-¿Es imperativo abanderar el feminismo en el proceso de envejecimiento y la gerontología?

Claro, el feminismo significa cambios estructurales y culturales para que las mujeres tengan acceso a las mismas oportunidades que los hombres. Por lo tanto, las mujeres mayores llegan con las mismas carencias que las niñas y jóvenes, ¡pero más deterioradas! 

“Es urgente brindarles atención en materia de salud, emocional, patrimonial, laboral y de acceso a la justicia.”

Brindarles capacitación y sensibilización sobre sus derechos para protegerlas de sus principales agresores: su propia familia. 

México, hoy cuenta con avances en temas de gerontología, hasta hace unos años era difícil pensar y hacer entender la visión de una profesión de la que poco se sabía, algunos estados han tenido un auge interesante, han construido ya proyectos que concretan al envejecimiento como parte de la sociedad, y los avances son palpables. Y aun falta mucho por trabajar para llegar a considerarnos un país que se preocupa por la vejez, sin embargo, el primer paso se ha dado y ha tenido un buen resultado. 

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Hoy, ese necesario seguir impulsando desde dentro de la gerontología diferentes ideologías y estrategias que permitan abarcar esos espacios donde todavía existe incertidumbre. Apostar por una emancipación del patriarcado y el machismo, evolucionar la gerontología desde una perspectiva de genero que rompa los eslabones y que permita visualizar el terreno en que México esta posicionado, e inclusive, pensar en México como un modelo a seguir en perspectiva de lo que se hace para mejorar las condiciones de las personas mayores, y de los que estamos en vías de envejecer. 

Hoy luchamos y alzamos la voz en contra de los edadismos, luchamos en contra de los estereotipos, de la discriminación, de la violencia… pero nos falta algo más. 

¡Luchar para que la gerontología sea feminista! Para erradicar la desigualdad y brindarles a ellas la seguridad que merecen en este trayecto de vida. 

Hoy, desde este articulo alzo mi voz y os digo que: 

¡LA GERONTOLOGÍA SERÁ FEMINISTA, O NO SERÁ!

Erick Angeles Preciado, Gerontólogo y activista por la igualdad de género, colaborando con su revista preferida QMayor.

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