Textos inspiradores para una cuarentena

Son tiempos difíciles para todos, lo sabemos pero hoy queremos traerte algo de cultura para cultivar el alma mientras derrotamos al Coronavirus. Te traemos algunos textos sobre el envejecimiento y la vejez que nos invitan a la reflexión.

Herman Hesse – Ensayos sobre la Vida y el arte.

La vejez es una fase más de nuestras vidas y, como las demás fases tiene su propio rostro, atmósfera y temperatura, sus placeres y sus miserias. Nosotros, viejos camaradas de pelo cano, como todos nuestros jóvenes hermanos, tenemos una importante función que da significado a nuestras vidas; incluso alguien mortalmente enfermo que apenas pueda levantarse de su lecho, tiene su cometido, algo necesario e importante que llevar a cabo. Llegar a viejo es algo tan bello como lo es ser joven, prepararse para la muerte y morir son ocupaciones tan valiosas como cualquier otra – asumiendo, claro, que este aprendizaje sea llevado a cabo con reverencia y respeto respecto a los que significa la santidad de la vida.

André Gorz – Carta a D. Historia de un amor

Recién acabas de cumplir 82 años. Y sigues siendo bella, elegante y deseable. Hace 58 que vivimos juntos y te amo más que nunca. Hace poco volví a enamorarme de ti una vez más y llevo de nuevo en mí un vacío devorador que sólo sacia tu cuerpo apretado contra el mío. Por la noche veo la silueta de un hombre que, en una carretera vacía y en un paisaje desierto, camina detrás de un coche fúnebre. Es a ti a quien lleva esa carroza. No quiero asistir a tu incineración; no quiero recibir un frasco con tus cenizas. Oigo la voz de Kathleen Ferrier que canta Die Welt ist leer, Ich will nicht leben mehr [El mundo está vacío, no quiero vivir más] y me despierto. Espío tu respiración, mi mano te acaricia. A ninguno de los dos nos gustaría tener que sobrevivir a la muerte del otro. A menudo nos hemos dicho que, en el caso de tener una segunda vida, nos gustaría pasarla juntos.

Aprender de la Vejez – Vicente Riva Palacio 

Mienten los que nos dicen que la vida
Es la copa dorada y engañosa
Que si de dulce néctar se rebosa
Ponzoña de dolor guarda escondida.

Que es en la juventud senda florida
Y en la vejez, pendiente que escabrosa
Va recorriendo el alma congojosa,
Sin fe, sin esperanza y desvalida.

¡Mienten! Si a la virtud sus homenajes
el corazón rindió con sus querellas
no contesta del tiempo a los ultrajes;

que tiene la vejez horas tan bellas
como tiene la tarde sus celajes,
como tiene la noche sus estrellas

Temores – Ernest Hemingway

Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo.
Temía fracasar, hasta que me di cuenta que únicamente fracaso cuando no lo intento.
Temía lo que la gente opinara de mí, hasta que me di cuenta que de todos modos opinan.
Temía que me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mi mismo.
Temía al dolor, hasta que aprendí que éste es necesario para crecer.
Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras.
Temía a la muerte, hasta que aprendí que no es el final, sino más bien el comienzo.
Temía al odio, hasta que me di cuenta que no es otra cosa más que ignorancia.
Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mí mismo.
Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día.
Temía al pasado, hasta que comprendí que es sólo mi proyección mental y ya no puede herirme más.
Temía a la oscuridad, hasta que vi la belleza de la luz de una estrella.
Temía al cambio, hasta que vi que aún la mariposa más hermosa necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar.
Hagamos que nuestras vidas cada día tengan mas vida y si nos sentimos desfallecer no olvidemos que al final siempre hay algo más.
Hay que vivir intensamente porque la vida pasa pronto.

El día que me hice viejo – Martin Grotjahn

Ya no trabajo. Ya no camino. Y curiosamente, me siento bien con ello… Me siento al sol mirando cómo las hojas caídas navegan lentamente en la superficie de la piscina. Pienso, sueño, dibujo, me siento- estoy libre de preocupaciones- en realidad, estoy casi libre de todo el mundo que me rodea. Si alguien me hubiera dicho que sería feliz simplemente estando sentado aquí, escribiendo un poco, leyendo a ratos y disfrutando de la vida de esta forma tan tranquila y modesta, no le hubiera creído. Ese paseo por la calle hasta la esquina del parque me satisface, cuando siempre pensé que ni siquiera una caminata de cuatro horas podría hacerlo: todo ello me sorprende.

Poema a la Vejez – Anónimo

No me pasa absolutamente nada;

Estoy tan sano como puedo estar.

Tengo artritis en mis dos rodillas;

Y cuando hablo, hablo con jadeos.

Mi pulso es débil, y mi sangre es fluida,

pero estoy terriblemente bien para mis años.

Tengo soportes de arco para mis pies

o no sería capaz de caminar por la calle.

El sueño se me niega noche tras noche,

y por la mañana me levanto con ojeras.

Mi memoria falla, mi cabeza da vueltas,

pero estoy bastante bien para como estoy.

La moraleja es, ahora que el cuento termina,

que para ti y para mí que nos volvemos viejos,

es mejor decir “estoy bien”, con una sonrisa,

que dejarles saber cómo nos vemos.

La vejez es oro, o eso he escuchado,

pero a veces me pregunto, cuando me meto en la cama

con mis oídos en una caja, mis dientes en un vaso,

mis ojos en la mesa hasta que me levanto

cuando el sueño emborrona mis ojos,

me pregunto: ¿Debería dejar algo más en el estante?

Cuando era joven mis zapatillas eran rojas,

podía subir mis tobillos sobre mi cabeza,

cuando era joven mis zapatillas eran azules

y podía bailar durante toda la noche.

Ahora que soy viejo mis zapatillas son negras

y jadeo al ir a la tienda y jadeo al regresar,

me levanto cada noche y agudizo mi ingenio,

y me alegro por cada minuto vivido junto a estos recuerdos

porque soy un arca del tesoro llena de momentos.

Entrevista a un gerocultor en primera línea contra el Coronavirus