Dime qué comes y te diré cómo duermes

Un nuevo estudio encontró que comer menos fibra, más grasas saturadas y más azúcar se asocia con un sueño más ligero y menos reparador.

Los resultados muestran que una mayor ingesta de fibra predijo una mayor permanencia en la etapa de sueño de ondas lentas. Por el contrario, un mayor porcentaje de energía de grasas saturadas predijeron un sueño de ondas menos lentas. El consumo elevado de azúcar también se asoció con más despertares durante el sueño.

Un solo día de mayor consumo de grasas y menos fibra influye en los parámetros del sueño

«Nuestro principal hallazgo fue que la calidad de la dieta influyó en la calidad del sueño», dijo el investigador principal Marie-Pierre St-Onge, PhD, profesor asistente en el departamento de medicina y el Instituto de Nutrición Humana de la Universidad de Columbia Medical Center en Nueva York, NY.

Los resultados del estudio se han publicado en la edición de enero de la revista Journal of Clinical Sleep Medicine.

«Este estudio pone de relieve el hecho de que la dieta y el sueño se entretejen en la trama de un estilo de vida saludable», dijo el presidente de la Academia Americana Médica del Sueño. «Para una salud óptima es importante tomar decisiones sobre un estilo de vida que favorece el sueño saludable, como comer una dieta nutritiva y hacer ejercicio regularmente.»

El estudio también encontró que los participantes se dormían más rápido después comer menús fijos, proporcionados por un nutricionista. Estos fueron más bajos en grasas saturadas y altos en proteínas en comparación con la pauta dietética que tenían previamente los participantes en su día a día.

«El hallazgo de que la dieta puede influir en el sueño tiene enormes implicaciones para la salud, dado el creciente reconocimiento del papel del sueño en el desarrollo de enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes y la enfermedad cardiovascular», dijo St-Onge.

El estudio aleatorizado, involucró a 26 adultos – 13 hombres y 13 mujeres – que tenían un peso normal y una edad media de 35 años. Pasaron 5 noches en un laboratorio del sueño, donde los participantes permanecieron 9 horas en la cama ( de 10 p.m. a 07 a.m.), durmiendo una media 7 horas y 35 minutos por noche. Se analizaron los datos del sueño de la tercera noche, después de 3 días de alimentación controlada, y la noche 5, después de un día de «vía libre» de ingesta de alimentos.

Según los autores, el estudio sugiere que las recomendaciones basadas en la dieta podrían ser utilizadas para mejorar el sueño en las personas con una mala calidad del mismo. Sin embargo, se necesitan estudios futuros para evaluar esta relación.

Fuente: Journal of Clinical Sleep Medicine