Dr. Nicolás M. González Senac «Me dedico a la disciplina médica más humana de todas»

¿Qué peso tiene la disciplina geriátrica en los planes de estudios actuales?

Desgraciadamente, creo que menos del que debería. Aunque yo tuve la suerte de formarme en un hospital en el que había un servicio de geriatría, creo que son pocas las facultades de España en las que se imparten clases teóricas sobre esta disciplina. Sin ir más lejos, hace poco una de mis compañeras de trabajo se sorprendió muchísimo cuando la alumna de medicina que estaba rotando con nosotros mencionó que en sexto curso tendría examen de geriatría. “Cómo están cambiando las cosas” – dijo. Esto me llamó mucho la atención porque, aunque a mí me parecía que la geriatría no estaba bien representada en la carrera por el limitado número de clases que se le suelen dedicar (en mi hospital se imparten cinco horas en el último curso), a ella le sorprendía por el hecho de que hubiese clases, lo cual considero que se traduce en una sensación generalizada – entre el gremio de los geriatras – de que hay poca representación de la especialidad en los planes de estudio, lo cual es una pena.

¿Por qué crees que es tan limitado?

Me encantaría decir que es porque la geriatría es una “especialidad joven”. Sin embargo, en Reino Unido nació aproximadamente en los años cincuenta y en España se reconoció como especialidad en 1978. ¿Podríamos decir que es “joven”? Quizás sí, pero aun así, desde mi punto de vista, parece mentira que habiendo pasado ya cuarenta años desde su reconocimiento en nuestro país, aún haya médicos españoles en formación que ya no sólo no rotan por un servicio de geriatría, sino que además no reciben clases teóricas de la misma. Esto es un problema porque si los propios aspirantes a médicos no reciben formación en geriatría, es muy difícil que terminen conociéndola, contribuyendo así a la permanencia de la especialidad en una especie de “limbo” que, como yo siempre digo, la convierte en una de las “grandes desconocidas” de la medicina.

¿Qué es lo que te apasiona de la geriatría?

Todo. No hay un aspecto de la especialidad que no me apasione: desde el abordaje integrador que se hace sobre cada caso, pasando por el trato cercano y de respeto a los que son nuestros mayores, y terminando con la especial sensibilidad que tienen los profesionales de la geriatría para hacer un manejo multidisciplinar con el personal médico, de enfermería, de trabajo social y de psicología. Los mismos alumnos que pasan por el servicio de mi hospital dicen que hay algo “especial” en esta rama de la medicina… Y yo creo que, aunque es muy difícil de explicar, todo se resume en que es una de las especialidades médicas más humanas de todas. Y eso no tiene precio.

Hay estudios que indican que aquellos adolescentes que conviven con sus mayores, incluso cuidan, tienden a estudiar profesiones sociosanitarias, ¿fue tu caso?

Desgraciadamente, no viví para conocer a mis abuelos, pero mis abuelas siempre han estado – y están – ahí donde voy. Aunque yo ya tenía muy claro que quería hacer geriatría, sí es cierto que toda mi preparación MIR la hice en casa de una ellas, y eso fue una razón más para dedicarme a la gente mayor. Recuerdo que iba todos los días a estudiar a su casa: llegaba antes de que se despertase, tomaba un aperitivo con ella, seguía estudiando, nos sentábamos a comer juntos, volvía a estudiar, y a última hora de la tarde, salía de “la cueva” y pasaba un rato con ella. Os podéis figurar que ella estaba encantada. En su momento yo no lo notaba, pero el última día de estudio, justo cuando me iba a ir, mi abuela me dijo “Nicolás, ¿te das cuenta de que vas a dejar de venir todos los días?”. En ese momento, que recuerdo con una claridad asombrosa, me di cuenta de cómo el estudio del MIR no sólo me había ayudado a mí por la paz y serenidad que había en su casa y que me aportaba mi abuela, sino también a ella, que – supongo – le ilusionaba saber que uno de sus nietos pasaba al menos doce horas entre las cuatro paredes de su casa.

Te hemos escuchado decir que la sociedad en general confunde la geriatría con la medicina paliativa ¿No será que se entiende que el paciente anciano no tiene cura ni derecho a vivir más años con salud?

No son pocos los MIR que consultan sobre este aspecto. Es indiscutible que los pacientes mayores suelen tener enfermedades crónicas, no curativas, que pueden terminar ocasionándoles la muerte. Sin embargo, ésto no significa que su perfil sea paliativo o que no se les pueda curar. Es más, las unidades docentes de geriatría a mí parecer están centradas sobre la unidad geriátrica de agudos, en las que no sólo se ven enfermedades crónicas reagudizadas, sino también enfermedades puramente agudas que, consecuentemente, tienen cura. ¿Los ancianos enferman más que la población joven? Por supuesto. ¿Tienen más riesgo de complicarse y fallecer? Desde luego. ¿Significa ésto que todo manejo con ellos debe ser paliativo? De ninguna manera. Los geriatras luchamos – siempre que se puede – por el tratamiento activo y por el mantenimiento de una autonomía funcional que les permita tener una vida de calidad, tan digna y valiosa como la de cualquier otro paciente.

Cuando la enfermedad no tiene cura, ¿qué puede hacer el médico geriatra?

Mucho. Como decía antes, los geriatras luchamos por el tratamiento activo siempre que se puede luchar por él, y en aquellos casos en los que no es viable, optamos por un abordaje médico-social que garantice que, al menos, no tengan molestias, mantengan su calidad de vida, se sientan socialmente apoyados y, en el que caso de que puedan, mantengan su autonomía. Y ésto, aunque lo parezca, a mi parecer es importantísimo.

¿Qué te han enseñado los mayores en estos años de trayectoria profesional? ¿Alguna anécdota para contarles a tus futuros nietos?

Llevo muy poco tiempo ejerciendo, pero durante todo este tiempo he aprendido mucho de nuestros mayores. Aún recuerdo cómo un día una paciente no pudo irse de alta porque la unidad a la que se le iba a trasladar no tenía camas libres. La señora, a la que habían puesto una prótesis de cadera hacía unos días, estaba clínicamente estable, tenía una analítica perfecta, y ya era capaz de caminar por su cuarto con sólo la ayuda de una persona. Al llegar a su habitación, empecé a hacerle las típicas preguntas que hace un médico a su paciente y, por motivos que no recuerdo, terminé cogiendo una silla y sentándome al lado del sillón en el que ella estaba sentada… Y empezamos a hablar como dos viejos amigos. No hablamos ni de síntomas, molestias, analíticas u otras pruebas. Estuvimos veinte minutos hablando de todo y de nada y, cuando yo le dije que me tenía que ir, la paciente me cogió la mano y me dio las gracias. Yo le pregunté que qué era lo que me agradecía, y ella me dijo que la compañía. Me quedé mudo. Llevo poco tiempo trabajando en esto, pero reconozco que ese día aprendí cómo – efectivamente – la geriatría no es sólo una especialidad en la que uno tenga que estudiar, conocer incontables fármacos y enfermedades y saber desenvolverse en muchas situaciones de naturaleza médica… La geriatría además es una especialidad en la que es importantísimo saber prestar atención a esa población tan grande y a veces tan olvidada.

¿Qué consejos les darías a aquellos futuros médicos que aún no tengan claro la especialidad que escoger?

Aunque suene a tópico, yo les recomendaría que se fíen de su instinto y de sus gustos. Todos somos médicos, y todos sabemos más o menos qué ramas de la medicina nos gustan y qué ramas no… Sin embargo, hay veces que muchos escogen una u otra especialidad por el prestigio que les puedan dar, olvidándose de aquellas que, aunque les gustan, no están bien valoradas. No fueron pocos los que me dijeron que “ni se me ocurriese hacer geriatría” cuando les conté mis intenciones… Os asombraría. Pues bien, no les hagáis caso, porque ahora entiendo que esos comentarios parten del desconocimiento. Si yo hubiese seguido las “recomendaciones” de todos los que me contestaban así, probablemente sería la mitad de feliz de lo que soy ahora. Lo digo totalmente en serio

Dr. Nicolás M. González Senac

Médico Residente en Geriatría del Hospital Universitario Gregorio Marañón. Madrid

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