«En nuestra sociedad existe una #gerontofobia que impide que se valore la experiencia, el hacerse mayor, las arrugas o la dependencia»

Seguimos alimentando la sección de entrevistas con personas del sector con las que nos gusta compartir una charla, pero también envejecer con ellos y ellas. Hoy lo hacemos con Pilar Rodríguez, adjunta a la Gerencia y directora de la Unidad Operativa Sociosanitaria de la Asociación Bienestar y Desarrollo ABD.

Pilar, ¿qué tenía previsto ser ABD y en qué se ha convertido con el paso del tiempo?

ABD nació para dar respuesta a las necesidades de las personas en situación de vulnerabilidad y en riesgo de exclusión social. En sus inicios la actuación de la entidad estuvo centrada en las drogodependencias y con el tiempo ha ido ampliando su atención a otros ámbitos como la familia, las personas jóvenes y las personas mayores. En definitiva, Asociación Bienestar y Desarrollo atiende y acompaña a personas en cualquier etapa de su ciclo vital.

¿Nos podrías compartir en qué consiste tu trabajo?

Nuestro trabajo consiste en garantizar los derechos de las personas más vulnerables, es decir, personas mayores y personas con discapacidad intelectual a través de la gestión y la creación de servicios. Nuestra labor tiene la finalidad de conseguir el mayor bienestar para las personas y visibilizar las situaciones de vulnerabilidad en las que se encuentran. 

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Y ¿cuáles son los «servicios sociales habilitadores»?

Los servicios sociales habilitadores son los servicios dedicados a personas con discapacidad intelectual: centros ocupacionales, centro de día y residencias. 

La economía es un factor de desigualdad claro, ¿qué otros condicionan la vida de las personas mayores?

La economía es un factor muy claro. Sin embargo, en nuestra sociedad existe una gerascofobia o gerontofobia que impide que se valore la experiencia, el hacerse mayor, las arrugas, la dependencia, etc… En cambio, la misma sociedad sí que da valor a todo aquello que representa la juventud, estando de moda todo lo «anti-aging». La pérdida de valores como el respeto y la dignidad hacia las personas mayores nos está convirtiendo en una sociedad excluyente y está generando guetos.

¿Qué situaciones de fragilidad os encontráis en la asistencia a las personas mayores?

La soledad no deseada, el abuso en todas sus modalidades, la falta de cariño, el sentirse que son personas y aún pueden ejercer su autonomía y no sentirse rechazadas.

¿Cómo está siendo la relación con los mayores de tu familia? ¿En qué ha cambiado?

La relación con las personas mayores de mi familia me sigue aportando cada día. Soy afortunada de poder disfrutar y compartir esta etapa con estas personas, a pesar de los condicionantes de la salud. Tengo relación a diario con ellas y a diferencia de años atrás, intento estar mucho más presente.

¿Te has reconocido en algún compartimiento edadista en la práctica diaria de tu trabajo? ¿Y en el ámbito más personal?

Se observa en el día a día, en los transportes públicos, en la calle, en los grandes medios de comunicación, en los supermercados, etc… Cuando se visitan centros de mayores, o en domicilios muchas veces escuchamos expresiones como «pobrecitos», «que pena los abuelitos», «no le hagas caso». Y hasta los mayores han interiorizado algunas de estas manifestaciones como justificación de algunos de sus actos. Sin embargo, en los espacios de diálogo que realizamos en los colegios y en los institutos, su opinión es muy diferente en el antes y el después de nuestra intervención. Hay un cambio de mirada de 180 grados.

Conoce a este proyecto intergeneracional

¿Qué pasos hemos de dar desde las entidades para conseguir un trato más justo hacia las personas mayores? Que quizá otros movimientos sociales han conseguido con mayor impacto y en menor tiempo. 

Hay que realizar acciones preventivas, solo desde las generaciones más jóvenes podremos conseguir este cambio cultural tan necesario. El resurgir de los valores, el conocimiento de los derechos, y garantizar los mismos como persona, independientemente de las circunstancias que tengamos. Solo desde esta mirada podremos lograr algo. 

¿Cómo trasladamos esta preocupación a la calle?

Los medios de comunicación tendrían que jugar un gran papel cambiando los estigmas existentes. Las personas somos todas diferentes y, por tanto, las personas mayores también son diferentes. La heterogeneidad impide que se reconozca al colectivo. Es vital la planificación de políticas públicas sociales con acciones más preventivas coordinadas con las entidades sociales y los agentes del territorio. Además, se debería apostar por modelos más comunitarios y con más participación.

Más en el plano personal, ¿qué estás haciendo en materia de prevención de un envejecimiento patológico?

Por una parte, intentar acompañar y atender a las personas mayores de nuestros servicios con la máxima profesionalidad para ofrecerles el mayor bienestar posible según sus preferencias y sus gustos y adelantándonos a muchas de las situaciones que pueden llegar a ocurrir. Ponemos nuestra mirada en la persona y no en el servicio. 

Y, por otra parte, innovar en modelos de atención y en tecnología con otros agentes diferentes que nos ayuden a prevenir situaciones de soledad no deseada y a ofrecer seguridad para las personas mayores y mejor calidad de vida. En definitiva, innovamos para que puedan envejecer con dignidad.

«Cuando atamos eliminamos la dignidad de las personas», Juan Ignacio Vela

¿Qué les dices a tus amigas que sienten pánico a la vejez?

Mis amigos/as que tienen pánico a la vejez es porque tienen pánico a la muerte, a la pérdida. Y, por lo tanto, les digo que vivan el presente y que vivan el momento lo mejor posible sin el miedo que les paraliza y que les impide disfrutar de muchas cosas que pasan a lo largo del día. Y también les digo que tendríamos que hablar de la muerte con más naturalidad.

«Los medios podemos mejorar la visión del envejecimiento», Francisco Olavarría