«Por primera vez, sufrí edadismo como invitado en la boda de dos amigas»

Desde Sevilla os traemos a una persona comprometida desde hace décadas con la calidad de los proyectos y el bienestar de las personas mayores, se trata de Vicente Pérez Cano de la Confederación Estatal de Mayores Activos.

Vicente, antes de llegar a la dirección de CONFEMAC, ¿qué hacías? Cuéntanos un poco sobre tu trayectoria profesional.

Comencé a trabajar como cuidador en una residencia de mayores en 1979 en Granada, mientras estudiaba. Allí, más allá del trabajo que se esperaba de mí, comencé a innovar en métodos de participación de las personas mayores en el funcionamiento del Centro y llegue a tener una de mis primeras convicciones, que el funcionamiento de un Centro de mayores debe ser una mezcla entre la visión de los profesionales y las demandas de las personas usuarias.

Después dirigí otras y tuve oportunidad de poner en marcha hasta doce residencias de mayores en Andalucía y me di cuenta de que hacer que una residencia se parezca todo lo posible al propio domicilio es posible y además tiene unos resultados tremendamente gratificantes tanto para las personas mayores como para los profesionales. En esta larga etapa  coordiné servicios de ayuda a domicilio en la provincia de Jaén y puse en marcha, por primera vez en Andalucía, el programa “Voluntariado de Mayores”.

Así hasta 2004. Fue una etapa muy productiva en la que disfruté y aprendí mucho con los equipos de trabajo de cada una de las residencias que ponía en marcha y luego coordinaba. Siempre trabajamos con el convencimiento de que la persona mayor era el “centro”. El contacto con las personas mayores, con sus familias y por supuesto con los profesionales fue muy enriquecedor en esos 25 años.

¿Cuáles son las líneas principales de trabajo de CONFEMAC?

LLegué a CONFEMAC cuando se acababa de crear. Me identifiqué totalmente con la visión que tuvieron quienes la crearon, especialmente el primer presidente, Eduardo García. Comenzamos a trabajar desde el convencimiento de que las personas cuando terminan la etapa laboral pueden seguir creciendo como seres humanos y siguen siendo ciudadanos activos y útiles para la sociedad. Por eso el primer programa que pusimos en marcha fue “Mayores Solidarios”. 

Posteriormente se han consolidado como líneas fundamentales los programas formativos de crecimiento personal en la vejez; la superación de la brecha digital mediante el uso de las TIC; las investigaciones y publicaciones que ponen en valor lo que las personas mayores aportan a la sociedad; los programas intergeneracionales; la sensibilización sobre la vejez en la que creemos; el envejecimiento activo, al que nosotros llamamos EMISOR, en contraste con el envejecimiento activo más conocido, al que llamamos RECEPTOR de actividades y servicios; la formación de profesionales; el apoyo a familiares cuidadores; la superación de las situaciones de malos tratos para centrarse en el buen trato… siempre en una dinámica de colaboración con las administraciones públicas y con otras entidades similares.

¿Qué entidades forman parte de la confederación?

CONFEMAC está formada por doce entidades de mayores, de varias comunidades autónomas y están pendientes de incorporación cuatro nuevas. Hemos realizado actividades en catorce comunidades autónomas, siempre convencidos del valor añadido del trabajo en red. Cuando unimos nuestros conocimientos y experiencias a las de los demás, todos crecemos más que por separado y así somos  más útiles a la sociedad. Todos nuestros programas se realizan en red con otras organizaciones. Uno de los últimos, realizado en 2018 ha sido una Guía de buenas prácticas en voluntariado intergeneracional en la que han participado más de cincuenta instituciones de todo el Estado.

De una larga conversación encontramos un lema en el que estamos apostando:

«Menos paternalismo y más autonomía» para todos y todas, a cualquier edad.

https://www.qmayor.com/red/abuso-y-maltrato-personas-mayores/

¿En qué año se constituyo? 

CONFEMAC se constituye formalmente a finales de 2003 y comienza a activar sus primeros programas en 2004, con una característica muy importante que nos identifica: No tenía sentido crear una nueva entidad sino era para hacer algo nuevo, diferente de lo que se venía haciendo. Por eso nosotros nunca organizamos viajes, o los talleres típicos de ocupación del tiempo libre, no porque estemos en contra sino porque eso lo hacen, y muy bien, la gran mayoría de entidades. CONFEMAC decidió abrir caminos en el envejecimiento activo en unos tiempos en los que todavía no se hablaba de esa línea de trabajo en gerontología.

¿Qué proyectos os tienen ilusionados por su innovación o trabajo por acabar con el estigma de la vejez asistencial?

Hay que distinguir al menos dos etapas tras la jubilación, la de autonomía y la posible –que no segura- dependencia. Nosotros actuamos más en la primera que en la segunda. Todos nuestros programas son muy ilusionantes porque estamos siempre con el “radar” activado para detectar nuevas necesidades y generar respuestas novedosas. Así, desde hace una década hemos activado proyectos como “Vivir en igualdad, también en la vejez”; “Gestión asociativa eficiente”, para la formación de las juntas directivas de las asociaciones; “Formación de voluntariado de mayores”; dentro de los programas intergeneracionales destacaría “Mostrando otros horizontes”, para adolescentes en riesgo de exclusión social, “Taller de experiencias intergeneracionales” en los que se rompen los estereotipos entre personas de distintas edades, o “Experiencia y juventud fomentando el emprendimiento”; y, desde hace algo más de un año, junto con CEOMA el programa “Todos contra el abuso y maltrato y hacia el buen trato a las personas mayores”, este año ya tenemos organizadas tres Jornadas con esta temática en Andalucía, Extremadura y Castilla y León. Cada una de ellas con una participación en torno a 250 profesionales que trabajan con mayores.

¿Qué importancia tiene el trabajo y las relaciones intergeneracionales en la visión de Confemac?

Las relaciones intergeneracionales están en el núcleo de nuestras creencias institucionales en las personas activas y útiles tras la jubilación y son una de las formas más genuinas de hacer realidad el valor de la “experiencia”. Tenemos cinco programas intergeneracionales y es muy motivador ver tanto su extraordinaria utilidad social como las vivencias de las personas mayores participantes, las de alumnado de colegios, institutos y universidad así como del profesorado que encuentra en nuestros programas un complemento extraordinario a sus planes docentes.

¿Qué podemos hacer para concienciar sobre lo injusto de la discriminación por la edad?

Reivindicar el estatus de las personas mayores como ciudadanos normales y corrientes; transmitir que cuando las generaciones se unen en lo cotidiano de la vida, todos salimos ganando; evitar el lenguaje paternalista como por ejemplo referirse a las personas mayores como “nuestros” mayores; cambiar posibles estilos, de trabajar “para” a trabajar “con” las personas.

Cada generación se comporta en base a muchos estereotipos respecto a las demás pero desde la experiencia de nuestros proyectos podemos decir que cuando se establece una relación de distancias cortas, todos se sorprenden gratamente al conocer a los “otros” con más objetividad, por eso nuestros programas intergeneracionales se enmarcan bajo un superprograma denominado “Todos aprendemos, todos enseñamos”.

¿Has sentido alguna vez el edadismo en tu propia persona?

Siiiii! Jajajaja. Ha sido la primera vez. Además en el último año, en la boda de dos compañeras de trabajo. Cuando se acercaba la fecha de boda de la primera, imaginé que a mi esposa y a mí nos pondrían en la misma mesa que otras compañeras de la oficina, que rozan los 30. Pero cuál fue mi sorpresa cuando me pusieron con personas de mi edad a las que no conocía de nada. Lo pasé muy bien y desde el buen rollo que tenemos en este fantástico equipo de trabajo les dije que era la primera vez que había experimentado el edadismo en propias carnes. Nos hartamos de reír. A los tres meses fue la segunda boda y, ¿adivinas en que mesa me pusieron?… otra vez con personas mayores. Jajajaja. 

Con tanta perspectiva vital y profesional te queríamos preguntar por lo siguiente, ¿en qué aspectos hemos mejorado en la gerontología?

En muchos y desde hace muchos años. Piensa por ejemplo lo que supuso, hace ya casi tres décadas, la entrada en funcionamiento de los servicios de teleasistencia, o lo que han aportado los viajes para las personas mayores. También hemos mejorado en la formación de los profesionales que trabajan con personas con algún grado de dependencia; en las normativas que garantizan los requisitos mínimos, tanto estructurales como funcionales, en el funcionamiento de los centros de mayores;  la oferta formativa y de actividades de ocio para las personas mayores es extraordinariamente variada…

Y ¿cuáles son los retos que debemos afrontar desde este área?

La humanización, o intervención centrada en la persona; superar estereotipos edadistas; fomentar una jubilación voluntaria –no obligatoria- y progresiva a partir de cierta edad; la participación real de las personas mayores, no solo reivindicativa –por ejemplo- acerca de las pensiones sino también en hacer valer su experiencia para sugerir a los gobernantes soluciones a los problemas de la sociedad actual; una participación activa en la política de primera fila;  abrir los ojos ante las distintas formas de maltrato porque ocasionan un sufrimiento innecesario totalmente contrario a la dignidad de las personas; cambiar la imagen y el lenguaje paternalista…

Anoche mismo vi en la televisión a un tertuliano periodista decir que a las personas mayores hay que garantizarles las pensiones porque han trabajado mucho y ahora lo que deberían hacer es descansar y no preocuparse de nada. Esto, aún dicho con buena fe, no deja de ser un disparate muy distante de la realidad. Hay que reivindicar y hacer visible las múltiples realidades y escenarios en los que las personas mayores siguen siendo activas y útiles. 

«Lo que realmente me define no es la edad sino la viudedad», María Ángeles Durán