«¡Si Balenciaga levantase la cabeza!… habría dicho mi padre»

‘Balenciaga: mi jefe’, Mariu Emilas ( Editorial Círculo Rojo). Estas memorias están basadas en la transmisión oral de dos generaciones, en las notas que Juan Mari Emilas, su padre, que dejó escritas para la elaboración de esta obra, las memorias de su abuelo y en la investigación. El legado para las generaciones venideras y el homenaje a sus progenitores. Una delicia de libro. 

  • Buenas tardes Mari, ¿cuáles fueron tus primeros recuerdos de la Casa siendo nieta e hija de los maestros de costura del taller que Balenciaga tenía en San Sebastián?
No guardo ningún recuerdo de las casas de Balenciaga porque se cerraron cuando yo tenía 4 años. De lo que sí guardo recuerdo es de la casa que mi padre abrió en San Sebastián, en 1968 y que permaneció abierta hasta muy avanzados los 80, y donde estableció una colaboración con Balenciaga (quién también se trasladó a la ciudad -tras muchos años viviendo en París-, a su caserío del monte Igueldo, una vez retirado, en 1968) durante 2 años: Entre 1969 y 1972, año en que falleció Balenciaga.
Recuerdo la casa de costura de mi padre como un espacio muy silencioso, donde me llevaban, por la tarde, al salir del colegio.
Yo pasaba la tarde con las modistas en el taller y cuando alguna se despistaba, me escapaba al salón, que es el espacio destinado a las pruebas. Donde mi padre probaba las prendas, a la clientela. Me encantaba ver las pruebas (todo esto lo describo en el libro) en ese ambiente tan formal donde mi padre estaba completamente concentrado, mientras mi madre le iba dando alfileres y entablaba conversación con la clienta -que debía permanecer inmóvil durante todo el proceso-.
A Balenciaga le gustaba ver el proceso de costura de una prenda cuando estaba destinada a alguna de sus amigas y en alguna ocasión venía al taller de mi padre. Les recuerdo a los dos concretamente en «la mesa de cortar», donde cambiaban impresiones cuando examinaban los patrones, las telas que se iban a utilizar  y las prendas que se iban realizando.
  • Según nos has comentado este libro es un asunto pendiente que hubiese querido abordar tu padre, ¿en qué momento sentiste la llamada de iniciarlo para honrar a tus progenitores?
Estos dos años de colaboración, que te comentaba, entre Balenciaga y mi padre son los que originaron la idea de escribir este libro. En resumen, el modisto y mi padre se encontraron en 1969 en una tienda de tejidos en San Sebastián, después de 1 año sin verse. En aquellos días, el modisto (ya retirado) buscaba alguien con quién establecer una colaboración: alguien que hubiese trabajado en la casa, que conociese el oficio a fondo y que fuese de su total confianza porque tenía amigas/clientas en la ciudad que querían seguir vistiendo sus diseños.
El que realmente mantuvo una relación de profunda amistad con Balenciaga durante casi 50 años, fue mi abuelo. Mi padre conocía a Balenciaga desde niño. Siempre le vió en casa, cuando este iba de visita y posteriormente, en el taller madrileño, durante los 20 años que mi padre trabajó allí.
Pero fue a partir de este encuentro casual que os cuento, en 1969, cuando entre ellos surgió esta colaboración, se estrecharon los lazos y también cuando mi padre conoció a fondo la faceta humana de Balenciaga, ese hombre noble y generosísimo del que su padre -mi abuelo- siempre le había hablado.
En 1919, mi abuelo, Juan Emilas, empezó a trabajar con Balenciaga en San Sebastián, cuando todavía el equipo era muy pequeño y pronto pasó a ser el hombre de confianza del modisto. Por esta razón fue enviado en 1933 a Madrid para la apertura de la casa en la capital. Permaneció en la casa de costura de Madrid desde 1933 hasta 1964, año en el que falleció. 
Recuerdo que tras morir Balenciaga (yo tenía 8 años) mi padre empezó a decir: «Si yo escribiese un libro sobre Balenciaga diría esto… contaría aquello…» y siempre dijo que lo titularía: » Balenciaga: mi jefe».
Para mi padre la costura fue su pasión (como también lo ha sido para sus compañeras de la casa Balenciaga.) y siguió cosiendo para mi madre y para mí hasta el final de sus días, a la edad de 79 y, tres años antes, con 76, participó en el documental: «Balenciaga. Permanecer en lo efímero» (director: Oskar Tejedor, 2006). La participación en este film fue para él algo muy emocionante. Como él mismo dijo: «Reviví los capítulos mas emotivos de mi existencia».
Este hecho hizo que retomase la ilusión por escribir este libro y a partir de ese momento empezó a registrar sus recuerdos. Dejó muchísimas notas y un borrador pero no le dió tiempo a verlo publicado. En mí, dejó una vida entera de historias y anécdotas porque, y esto es algo que digo siempre, en mi casa no creo que haya habido una sola semana en vida de mi padre, que no se haya nombrado a Balenciaga.
Una vez que falleció, le prometí a mi madre recopilar todo esto y atesorarlo en este libro. Necesité distanciarme un tiempo porque al principio, emocionalmente, me resultó imposible. Tuvieron que pasar 6 años para poder volver a retomar este proyecto. Y así fue como en 2017, 7 años después de la muerte de mi padre, este libro ha visto la luz.
No hubiese podido perdonarme que mi madre no lo hubiera visto y disfrutado. Y para mí, esta ha sido la mayor satisfacción: hoy día, mi madre, con 83 años, lo lee y relee casi cada noche. Es algo que le acerca a su marido y a sus recuerdos de juventud.
  • ¿Cómo fue de jefe, Cristobal Balenciaga?
Balenciaga fue un hombre de fuerte personalidad. Perfeccionista en su vida profesional y privada.
Pasó toda su vida investigando la técnica sartorial y de ahí la llamada: Técnica Balenciaga. Algo que le permitió (además de ese gran talento creador) fascinar al mundo de la alta costura con sus sorprendentes y audaces creaciones. Esto le llevaba a ser terriblemente exigente consigo mismo y con sus empleados. Algo que se ha dicho siempre es que cuando él aparecía en los talleres, se creaba un silencio sepulcral. Y es cierto. Además tenía una mirada de lince y se decía que «sin mirar, veía. De manera que si de repente captaba algún fallo en alguna prenda que estaba en el taller (una costura desviada, un botón mal forrado… algún pequeñísimo detalle..) se molestaba enormemente y podía enfadarse de tal modo que las personas que estuvieran en el taller, jamas olvidarían ese día. Y de hecho, así es. No solo mi padre, también muchas  compañeras de él, a las que he entrevistado, lo corroboran.
Pero también hay que decir que no solo era un hombre temperamental y «temido» en los talleres por no poder soportar cualquier mínimo fallo. También fue alguien muy generoso que enseñó su técnica a personas de la casa, jóvenes talentos, sabiendo que cuando dominasen la técnica, se irían para establecer sus propios negocios. Y también generoso en el plano económico con muchas personas,(empleados de sus talleres) que en momentos concretos pasaron dificultades. Y siempre desde una gran reserva y discreción. Porque este fue otro rasgo de la personalidad de Balenciaga.
  • ¿A qué olía el taller?
Me preguntas esto y me viene a la cabeza el recuerdo del olor entre «quemado y tostado» de la plancha cuando se pasaba sobre la sarga (trozo de tela de algodón que se utilizaba, humedecida, para colocarla entre la plancha y la prenda y que no se originasen» brillos» en el tejido). Algo que ahora recuerdo como muy agradable y evocador.

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  • ¿Continuaste la profesión de tus antepasados? ¿Por qué?
No, nunca me dediqué a esto. Y me da un poco de pena porque conmigo se acaba esta tradición que ha durado casi 100 años en mi familia: desde mi bisabuelo hasta mi padre. Pero mi padre siempre me dijo (aunque era su pasión) que nunca me dedicase a la costura porque era una profesión muy ingrata y en fin… le hice caso. También es verdad que a finales de los 60 es cuando, con la aparición del pret-a -porter, muere la Alta Costura y esos años dorados que vivió mi familia, cayeron estrepitosamente. Razón suficiente para que mi padre no me animase a continuar con la profesión.
Aunque si es cierto que me siento muy satisfecha de haber recogido «el testigo» y haber «cerrado el círculo» de la saga familiar con este libro.
De alguna forma, siento que he podido dar «esa puntada final». Mi padre consideraba que lo que él y sus antecesores habían vivido, se debía compartir (de hecho, este es el primer libro en España que desvela el funcionamiento de las casas de Balenciaga desde dentro: desde ese profundo conocimiento de la alta costura, la técnica Balenciaga, sus talleres y la personalidad de este hombre que marcó un hito en la historia de la moda.) y haber cumplido lo que fue su sueño, me encanta.
  • ¿Qué opinarían tu abuelo y tu padre sobre la deriva de la marca Balenciaga?
Mi padre conoció la marca con Ghesquiere… y francamente, no le entusiasmaba. No le parecía que el diseñador hiciese grandes aportaciones a la firma.
Hay que pensar que mi abuelo y mi padre trabajaron con el que fue el mas innovador, el modisto que siempre iba en cabeza, que se adelantó a su tiempo y que a día de hoy, muchas de sus creaciones, siguen resultando modernas. Con lo cual, ambos (mi padre y mi abuelo) tenían una mentalidad muy abierta y una mirada jóven.
Y a mi padre, por ejemplo, le fascinaba John Galliano (por su técnica maravillosa, su creatividad  y su estética transgresora), pero a Ghequiere no lo veía como un gran creador. Consideraba que hacía pequeñas variaciones de lo que fueron las colecciones de Balenciaga en su día. Y supongo que la fase actual de la marca Balenciaga, con el «culto» a las zapatillas deportivas que, a día de hoy,  pueden costar mas de 1.000€, le parecería una lástima y diría algo que solía decir cuando veía algo en el mundo de la moda que no le agradaba: «¡¡ Si Balenciaga levantase la cabeza…!! «

Sobre la autora: 

Mariu Emilas pertenece a la cuarta generación de una familia dedicada a la alta costura durante casi 100 años.


Una serie de hechos y casualidades propiciaron que entre Balenciaga y su familia se crease un vínculo que de forma directa, como fue el caso de su padre y su abuelo o indirecta, como es su caso, se ha mantenido durante un siglo.

Estas memorias están basadas en la transmisión oral de dos generaciones, en las notas que Juan Mari Emilas, su padre, dejó escritas para la elaboración de esta obra y en la investigación realizada por la autora en su proyecto de tesis doctoral: La excelencia en la obra del Maestro Cristóbal Balenciaga.

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