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Club Eutanasia, por Sara Moreno

La eutanasia en la gran pantalla

Club Eutanasia es una película mexicana del director Agustín Tapia (2005), su género es Crimen, Thriller, Comedia (de acuerdo a cine.com). De inicio descuadra la idea de que un grupo de personas mayores pueda ser un club de criminales, contraria a la idea de la ternura o la pasividad de la vejez. En contraste con otras realidades que coinciden con las propuestas de Envejecimiento activo y saludable o Envejecimiento exitoso, o considerar a las personas mayores como agentes de cambio empoderados y capaces de cambiar las tendencias económicas, este filme muestra otras realidades que siguen existiendo especialmente en regiones de desigualdad social.

Si consideramos esta película como una crítica social sobre el envejecimiento y la vejez, nos encontraremos un verdadero ramillete de representaciones sociales, un retrato de situaciones reales que se han vuelto estereotipos o lo contrario, realidades que reproducen estereotipos y a la vez parecen confirmarlos. Es también una fina observación de las actitudes, tratos y maltratos de las instituciones hacia las personas mayores, la identidad de estas mismas y la forma en que también ven y son vistos por otros del mismo grupo.

El espacio

La historia se desarrolla en un Asilo de ancianos llamado El Refugio, lleno de personas que han sido abandonadas, parece hacer honor a su nombre. En dicho “refugio”, la situación y circunstancias no son las más favorables: los espacios lucen descuidados, poco aseados, inadecuados para personas con limitaciones.   No cuenta con el personal necesario para la atención de las personas y dado el bajo presupuesto para operar, ha reducido la ración de los alimentos y la atención médica de los residentes. Es un espacio en el cual se va a “vaciar” aquello que parece no tener lugar en otro sitio, en la propia familia o en la sociedad, por darle preferencia a otras necesidades como los estacionamientos para poner los autos.

Los (malos) tratos institucionales

El papel de la directora (interpretado por Ofelia Medina), representa el marco institucional (instituciones y familia) de atención: les habla bonito, pero en la práctica demuestra poco interés, justifica las omisiones a la falta de recursos y presupuesto. Temas como la muerte y la demencia le parecen normales en casos de envejecimiento. A conveniencia se dirige a las personas como totalmente racionales pidiendo de ellos comprensión y otras veces les trata de incapaces de razonar. Les infantiliza y amenaza con limitarlos de alimentos, dice que son como niños traviesos y que son tercos. Las personas mayores son más bien problemas que una oportunidad para prestar un buen servicio en favor de otras personas vistos como iguales.

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Los estereotipos

Los personajes que representan a las personas mayores son verdaderos retratos de múltiples estereotipos generalizados: hipocondriacos, enfermos, apariencia desaseada, depresivos, con demencia, aislados, frágiles, con mala visión…. Sin embargo, también muestran otros aspectos poco abordados y que son reales como la necesidad de hablar, de tocar y ser tocados, de vivir su sexualidad, de enamorarse, el tener planes y proyectos, aunque sean tachados de locos. La muerte, que significa otro tabú, tiene también un espacio en esta cinta, representando un temor para algunas personas y liberación para otras.

Identidad y lenguaje

La película está llena de frases – muchas de las cuales son utilizadas en el lenguaje cotidiano – que demuestran la significación de la vejez y del envejecimiento, así como de la vida vista desde los ojos de personas que han vivido mucho (y de todo). Es curioso también que algunas de ellas sean utilizadas por las propias personas mayores y aún más dirigidas a otras en igual circunstancia. Aquí algunas:

“Dejé mi vida encerrado en una bodega”

“Lo más difícil de la vida es no tener a nadie de quien despedirse”

“Solo se necesitan ganas de morir”

“Nadie se va a extrañar que mueran un montón de viejos seniles en un asilo”

(Los médicos) “Ni siquiera me revisan, y ya me están diciendo que es cosa de la edad, o le echan la culpa a los nervios”

(En este asilo) “Es lo mismo un día y otro día, ni reloj usamos”

“Cualquiera es día de visita, pero no viene nadie”

“…acusándome de loca y metiéndome en este chiquero”

“Se me pierden las cosas a cada rato, nunca están donde las dejo, luego me las encuentro donde menos me imagino”

“A mi edad y yo haciéndome ilusiones”

“Cara de charamusca”

“Una cosa es la vejez y otra la dejadez”

“A su edad es normal”

“Viejo cochino”

“-  Se la comía con los ojos.

– Pues se habrá quedado con hambre”

“- Ojalá existiera una medicina que lo curara a uno de todos los males para siempre.

– Sí la hay, pero es tan amarga que nadie la quiere”

“Ya estás desvariando”

“Nosotros ya dimos lo mejor están en la obligación de darnos lo mejor, como Dios manda”

“Estamos hasta la madre”

 

Estas expresiones son una muestra de la heterogeneidad de las personas mayores, el cómo sienten y cómo se sienten, lo que desean y cómo viven su proceso de envejecimiento: lo que perciben y cuestionan sobre las condiciones en las que se encuentran y el entorno social. Se saben parte de una sociedad que las ha querido asilar (aislar) y que no queda más que buscarse un refugio.

Autora:

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Sara Moreno. Psicóloga.

Corresponsal en México. Ubicación: Santiago de Querétaro