Insulina vinculada con el centro del placer del cerebro

La insulina, la hormona esencial para todos los mamíferos para controlar los niveles de azúcar en la sangre y la sensación de estar lleno después de comer, juega un papel mucho más fuerte de lo conocido previamente en la regulación de la liberación de dopamina, un neurotransmisor que ayuda a controlar los centros de recompensa y placer del cerebro. Así lo demuestran nuevos estudios desarrollados por investigadores de la NYU Langone Medical Center.

Hallazgos

Los investigadores encontraron en su estudio que cuanto mayor es la insulina en el cerebro, mayor será la liberación de dopamina. Los nuevos hallazgos del equipo de investigación en ratones se han publicado en la revista Nature Communications online el 27 de octubre.

Los experimentos llevados a cabo no sólo reafirman que la insulina ayuda a desencadenar la recaptación de la dopamina cuando los niveles de insulina aumentan, sino que también son los primeros en demostrar que el efecto neto es un aumento en los niveles de dopamina. Los resultados también pueden ser los primeros en demostrar que el papel de la insulina en la vía de la dopamina puede afectar y explicar la elección de alimentos.

Nuevo papel de la insulina

Imagen de una célula de cerebro de ratón, con receptores de insulina (puntos verdes) que cuando se activa se produce liberación de dopamina (el color rosa es el núcleo de la neurona.)
Imagen de una célula de cerebro de ratón, con receptores de insulina (puntos verdes) que cuando se activa se produce liberación de dopamina (el color rosa es el núcleo de la neurona.)

Este trabajo establece lo que creen que es un nuevo papel para la insulina como parte del sistema de recompensa del cerebro, y sugiere que los roedores, y presumiblemente las personas, pueden optar por consumir alimentos altos en carbohidratos o comidas bajas en grasa que liberan más insulina – todo para aumentar la liberación de dopamina.

Este hallazgo es importante porque los niveles elevados crónicos de insulina y disminuye la baja sensibilidad a la insulina en el cerebro están estrechamente ligados a la obesidad y la diabetes tipo II, ambos muy frecuente en la población mundial.