Wiñaypacha. La eterna espera y esperanza

Cuando supe de la existencia de la película Wiñaypacha tuve una emoción y expectativa muy grandes no solo porque sus protagonistas son personas adultas mayores – algo que ha sido poco usual en el cine peruano hasta los últimos años –, sino porque es la primera película íntegramente en lengua aimara, la cual representa una de las grandes culturas del Perú, que paradójicamente ha sido, aun más que el quechua, invisibilizada. “Significa un reconocimiento y visibilización de toda una cultura, en este caso la cultura aimara pero a su vez todos los pueblos del ande y los pueblos originarios” comenta el director de la película. 

Al tener el gran gusto de ver Wiñaypacha en un festival de cine en la Universidad de Lima en noviembre del año pasado (2017) pensé, y de hecho no me equivoqué, que esta obra iba significar un antes y un después en la producción de cine en el país por su componente crítico y reflexivo en cuanto a dos temas importantísimos y poco abordados desde el arte – y aún con insuficiente abordaje desde las políticas públicas – las personas adultas mayores en general y en particular las del ande y pueblos originarios, así como las costumbres y cosmovisiones de las diversas culturas que son parte del país. Oscar Catacora (treinta años), director de la película, muestra de manera minuciosa y genuina la realidad del contexto donde se sitúa la historia de los protagonistas. 

Esta historia gira en torno a dos personas adultas mayores, una pareja – Willka y Phaxsi – de más de ochenta años; ambos son pobladores aimaras que viven en lugar alejado del ande, y están en la constante espera de su hijo “Antuco” quien se fue a la ciudad y nunca regresó. Se evidencia aquí la problemática de abandono a los padres – siendo la madre y el padre personas mayores – y a su vez la decisión que viven muchas personas al migrar a la ciudad y nunca más volver a su tierra natal, a causa de la alienación con su cultura y/o el extremo centralismo que hay en las ciudades, sobre todo en la capital del país, Lima. 

Oscar Catacora cuenta que esta creación suya es inspirada también en una pequeña parte de su vida cuando en una temporada vivió con sus abuelos/as en un lugar remoto en los andes de Puno, donde vio de cerca su forma de percibir el mundo exterior, y la nostalgia que sentían al saber que sus hijos/as estaban fuera, ya sea en Lima o en otros lugares, declarando su abuelo al respecto de esa situación que “el pueblo me los ha quitado”. Entonces, la creación de Wiñaypacha es parte de un compromiso personal que tiene consigo mismo y su cultura, de una perspectiva artística pero también como profesional en Comunicación puesto que es de su interés transmitir el problema del abandono de las personas adultas mayores en las zonas alto andinas del Perú, el cual evidentemente es un problema que no solo ocurre aquí sino en diversas partes del mundo donde los/as hijos/as abandonan (más allá de irse de casa) a sus padres y son muy pocas veces que regresan o se recuerdan de ellos; es una denuncia y llamado a la reflexión dice Oscar Catacora, por lo que me permito afirmar que Wiñaypacha también tiene un fuerte componente político que suma a la demanda colectiva para el fortalecimiento de las políticas públicas dirigidas a la población adulta mayor en su diversidad, y a un Estado que garantice el pleno ejercicio de sus derechos, desde una mirada intergeneracional, integradora y con respecto a la multiculturalidad. 

“Creo que es necesario llevar esta temática, y hacerla visible para que las personas que ven la película reflexionen y quieran más a su cultura así como a sus padres” plantea el director. 

A mi parecer, uno de los mensajes más potentes que transmite la película es la espera eterna que tienen muchas personas adultas mayores – en general – de sus seres queridos, de sus hijos/as, de sus nietos/as, pero también puede significar una espera inalcanzable del Estado, es decir de políticas públicas que visibilicen su diversidad, sus problemáticas y pongan en marcha acciones que apunten a la solución de ellas. Representa una aún eterna espera, pero a su vez da pie a creer en una eterna y gran esperanza de cambio social, desde el arte. 

Wiñaypacha “eternidad” es un aviso tierno y desgarrador de lo que ya somos y de lo que debemos recuperar si queremos seguir siendo, señala el sociólogo y gestor cultural peruano Guillermo Valdizán. 

Gracias a todos los que son parte de este proyecto, por permitirnos tener esta esperanza. 

Haydee Chamorro García. Trabajadora Social. Perú

*Citas de extractos de entrevistas realizadas al director de la película Oscar Catacora en TV Perú y América Noticias en el presente año.