El poder de una caricia mayor

Los seres humanos tenemos hambre de estímulo, necesitamos que nos tomen en cuenta, en una frase: “necesitamos sentirnos queridos” como todo ser humano.

Spitz y otros (1946) demostraron que los seres humanos tienen absoluta necesidad de ser estimados/reconocidos para sobrevivir. Por su parte Berne (1974) en su texto “Juegos en que participamos” explica que el ser humano tiene “hambre de estímulos” y refiere a la vez que “si no te acarician se secaría tu espina dorsal”.

Dicho esto considero que es necesario abrir nuestros ojos a la naturaleza humana de recibir caricias, es por eso que resulta realmente importante para las personas una caricia positiva o negativa. La necesidad de caricias no se da sólo cuando somos niños, en la edad adulta esta necesidad se transforma en necesidad de reconocimiento.

Pero ¿Qué es una caricia?, Para Berne (1974) una caricia es “cualquier acto que aplique el reconocimiento de la presencia del otro”. Todo acto de reconocimiento físico, verbal, escrito u otro, no es otra cosa que la sustitución socialmente aceptable, de aquellas estimulaciones de los primeros meses de vida intrauterina ampliando este ámbito hacia las caricias psíquicas que son tan necesarias como las anteriores.

Cuando recibimos un abrazo, un beso una palabra de agradecimiento o reconocimiento, estamos recibiendo una caricia. Existe una evidencia escrita por Bandura (1984) en su texto “teoría del aprendizaje social” cuando refiere el “determinismo reciproco” para describir el carácter unitario del ser humano.

Esto se explica porque constantemente damos y recibimos caricias positivas y/o negativas, a veces con mayor número en estas últimas. Las caricias positivas son aquellas que nos invitan a sentirnos bien porque implican valoración/aceptación y son psíquicamente nutritivas, por ejemplo una mirada dulce, un abrazo, una sonrisa, un gesto amable, un apretón de manos, un beso, una frase de saludo o agradecimiento entre otros, mientras las caricias negativas nos llevan a sentirnos mal, por lo menos suponen la desvalorización/rechazo de la persona, pueden ser psíquicamente tóxicas por ejemplo un golpe, un empujón, un insulto, ironía, burla ser menospreciados.

Nuestros abuelos nos enseñan con su experiencia caricias positivas, llenas de efectividad plena, fortalezcamos estas caricias positivas en nuestra familia.

 

“Cada caricia es el reflejo de lo que somos y queremos,

en la medida que demos más caricias positivas

tendremos más bienestar y nuestro día a día será más agradable,

pero si damos y recibimos más caricias negativas nuestros días serán menos productivos emocionalmente y nos sentiremos menos valorados”

¡TU decides cual caricia ofrecer y recibir¡

 

SANDRA, B. QUINTERO, R.

gerontologiaaldiasandraq@gmail.com