Quemar más calorías reduce el riesgo de enfermedad de Alzheimer

En adultos mayores, incrementar la cantidad de calorías quemadas cada semana a través de diversas actividades físicas puede aumentar el volumen del cerebro y reducir el riesgo de enfermedad de Alzheimer (EA), sea cual sea su estado cognitivo, señala un nuevo estudio.

Múltiples estudios han demostrado que la actividad física puede ser neuroprotectora y reducir el riesgo de enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, saber que es el consumo de energía el que se relaciona principalmente con los cambios cerebrales inducidos por el ejercicio “añade valor sustancial a los estudios epidemiológicos existentes que abordan el papel que desempeña una mayor actividad física en retrasar la manifestación clínica de la enfermedad de Alzheimer”, señalan los investigadores, dirigidos por el Dr. Cyrus Raji, PhD, en la Universidad de California, Los Angeles.

El estudio fue publicado en versión electrónica el 11 de marzo en Journal of Alzheimer’s Disease. 

Más es mejor

Los investigadores analizaron datos obtenidos durante 5 años de 876 adultos de 65 años y de más edad en su Estudio de la Salud Cardiovascular de larga duración. Los participantes se sometieron a una evaluación cognitiva estándar periódica y a imágenes del cerebro mediante resonancia magnética volumétrica y proporcionaron información sobre sus actividades físicas cotidianas, como caminar, practicar tenis, bailar y jugar golf, con el fin de determinar su gasto energético semanal.

Dr. Cyrus Raji

Los investigadores utilizaron modelación matemática y después de tomar en cuenta posibles factores de confusión, como el perímetro cefálico, la edad y el estado cognitivo, observaron que el mayor consumo de energía a través de diversas actividades físicas se relacionó con un volumen de la sustancia gris más grande en los lóbulos frontal, temporal y parietal, así como en el hipocampo, el tálamo y los ganglios basales.

“Los altos grados de consumo de calorías también moderaron la pérdida de volumen relacionada con la neurodegeneración en el precúneo, la corteza cingulada posterior y el vermis cerebeloso”, informan.

Este estudio se suma a la bibliografía sobre el ejercicio y el cerebro al vincular un aumento de la sustancia gris con una reducción del doble en el riesgo de demencia de Alzheimer 5 años después de la fecha en que se obtuvieron las imágenes de resonancia magnética.

Y cuando se trata de consumo de energía, “más es mejor”.

“El grupo del cuartil más alto de actividad física (500 calorías gastadas por actividades físicas de esparcimiento) tuvo mayores volúmenes de sustancia gris y atrofia reducida en la demencia de Alzheimer que el cuartil más bajo (solo 50 calorías por actividad física)”, dijo el Dr. Raji.

Con el crecimiento rápido de la población anciana es crucial una mejor comprensión de las medidas preventivas para mantener la función cognitiva, señalan los investigadores.

Estudios como este parecen indicar que el simple consumo de calorías, independientemente del tipo o la duración de ejercicio, por sí solo puede moderar la degeneración neurológica e incluso aumentar el volumen de la sustancia gris en estructuras del cerebro que son centrales para el funcionamiento cognitivo.

Futuros estudios en que se analice la conservación de la sustancia cerebral como una función de la actividad física ayudarán a dilucidar si la relación entre el consumo de calorías y el volumen de las sustancia gris es directa o indirecta. Tal conocimiento puede brindar a los individuos las herramientas para influir mejor en la salud del cerebro durante el proceso de envejecimiento.

¿Combate al amiloide?

El ejercicio aumenta el tamaño del hipocampo al incrementar la concentración de la proteína protectora factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) en una forma dependiente de la dosis y al aumentar el aporte de oxígeno a las neuronas. Cuando se tiene aptitud física, se aumenta el tamaño del hipocampo y se reducen las posibilidades de presentar enfermedad de Alzheimer décadas más tarde.

Es tiempo de que revaloremos cómo designamos la disfunción cognitiva que trae consigo el envejecimiento. El estudio del Dr. Raji proporciona otra evidencia potente acerca de cómo podemos combatir la demencia a una edad tardía ejercitándonos más e intensificando nuestra resistencia, independientemente de cuánto amiloide alberguemos en nuestros cerebros. De hecho, el ejercicio puede resultar ser una forma eficaz de combatir la acumulación de amiloide en nuestros cerebros.

Referencias:

C.A. Raji et al. (2016) Longitudinal Relationships between Caloric Expenditure and Gray Matter in the Cardiovascular Health Study. Journal of Alzheimer’s Disease 52, 719–729 719 DOI 10.3233/JAD-160057